living in your letters.

sábado, 24 de diciembre de 2011
Querida Akane,
Aún recuerdo perfectamente aquellos días en los que el sonido de tu corazón parecía emular a las lluvias de cerezas de mayo.
Quizás te sorprenda que hoy te escriba después de tanto tiempo. Te pienso entre comas desde que he despertado. He estado leyendo todas las cartas que me enviaste y me he dado cuenta de lo curioso que resulta pasar de no conocerse a odiarse en apenas dos horas. Hoy, por alguna razón se ha hecho presente tu ausencia en mi tiempo y en mi espacio. Tanto es así que me duele el espejo; más por lo que no refleja que por su rotunda necedad.
Echo de menos esos tiempos en los que no te echaba de menos, porque ahora he vuelto a convertirme en todo lo que he sido y que creí haber dejado de ser. Vuelvo a ser esa desilusión ilusionada de un  odio enamorado, de una tristeza sonriente en un empalagoso charco de sal. Ese silencio que grita de un muerto que respira en un frío que hierve aprisionado en sus venas.
Creo que te pienso en este tipo de mañana porque tú me piensas en este tipo de mañanas. Así que olvida mi recuerdo. Ahógalo en las olas de tus nuevos amores que florecen en otoño y marchitan en primavera. Derrítelo en el calor de tus veranos en los que el viento del océano te susurra sus secretos.
Déjame marchar. Deja de pensarme para dejar de pensarte.
Joruri

heal us.

domingo, 11 de diciembre de 2011
Se deja caer sobre un lado del colchón, exhausta. Se esconde entre los pliegues del edredón y se deja llevar por un sueño turbio e inquieto que pronto la abandona. Abre los ojos y se encuentra sola junto a un cuerpo inconsciente que respira.
Intenta volver a dormirse, pero es incapaz. Vuelve a su cabeza la noche que aún no ha quedado atrás. Ha invadido el imperio de una piel, pero sin embargo, se da cuenta de que todo lo que ha hecho, ha sido besar sobre besado. Ha conseguido conquistar un cuerpo que ya había sido conquistado. Y se percata de que sus recuerdos caen sobre un territorio ya bombardeado como proyectiles. Observa sus dedos con rechazo (casi podríamos llamarlo asco); son como soldados que han marchado sobre brechas ya abiertas. Analiza con atención lo que ha dicho y se da cuenta de que las emboscadas de sus palabras han sido sorteadas con hábiles estrategias. Ha herido y está herida con las heridas que alguien ya había lamentado y sufrido.

Sin ritmo entonan los tambores un himno que ya ha sido compuesto.

tangents of the wit.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Es curioso si te das cuenta. Me había parecido ver nacer a la primavera entre este otoño, pero quizás sea un simple espejismo, porque los recuerdos se siguen marchitando hasta que caen como las hojas que arranca el viento. Sin embargo, un universo de delirios acolchados florece entre las grietas hendidas en la piedra. Un universo de ilusiones engañosas, de flores efímeras e inquietas – como la lluvia – y de estrellas trémulas que vagabundean entre satélites.

Y una vez más, es curioso si te das cuenta. La creación de un nuevo universo genera una extraña melodía no equiparable a nada que hayas escuchado antes. Por eso escucho atentamente la sucesión de notas que nace de este desvelo ensoñado.

¿Serías capaz de nombrar las diferencias entre esto que llaman “sueño” del mundo que nos hacen creer verdadero? ¿Hay acaso alguna frontera definida con pintura roja? ¿Son acaso algo más que reflejos en una superficie lechosa?
¡Por supuesto que no! Son, a la vez, causa y consecuencia unidas a través de unas condiciones preestablecidas por una mente libre.

truth can hurt.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Es momento de atenerse a algo, pero… ¿a qué?

Ni tan siquiera sé si vendrás de la mano aterciopelada de la lluvia o galopante sobre la grupa de algún sol tardío de este invierno. No sé si vendrás de improviso con otro de tus trenes de madrugada o si esperarás a que la luna llena vuelva a reflejarse sobre los charcos de sabe Dios qué acera.

Dime, ¿vendrás como un incendio en blanco y negro que surge ceniciento del hielo de mis llamas consumidas o como el beso más amargo del andén número tres?

No sé si vendrás desde silencio eterno de las acacias de tus valles, desde el deseo, desde el sufrimiento, desde un viaje o desde la mismísima muerte.

Quizás aparezcas al mismo tiempo que una cometa escapa arrastrada hacia el cielo azul de Singapur. Al mismo tiempo que un vaso de agua se derrama sobre el libro más bello. Al mismo tiempo que una duda mortecina destroza los principios más inamovibles.

Todo lo que puedo hacer es aguardar con los nervios a flor de piel, como cuando de niña me sentaba frente a la puerta de casa a esperar pacientemente al verano y a sus noches cortas.

¿Qué más da si muero esperando si sé que algún día vendrás?

afternoon coffee.

sábado, 26 de noviembre de 2011

El tiempo sostiene el cielo sobre mi cabeza, y la esencia vetusta de la agotada brisa de esta tarde de noviembre se cuela entre las pequeñas rendijas y grietas de toda la memoria que quedó atrás hace apenas unas horas. Lentamente muere otro día a mis espaldas, se consume otra llama en alguno de mis polos. El sol pierde su fulgor blanquecino y, sin embargo, su arrogancia no decrece. Continúa ajeno a todo, ignora que a su lado, junto al mismo rumor de su partida, el año está pasando. Que estoy perdiéndolo, imperceptiblemente.

Sólo yo sé qué parte de mi ha muerto esta madrugada.

El tiempo insiste en permanecer al margen, siendo siempre esa duda vaga que nadie se plantea hasta que es demasiado tarde. Esa duda se manifiesta como un gran espacio entre mis manos, que como la más leal promesa, no desaparece hasta cumplirse.
Me alivia saber que en un par de millones de fracciones de segundo se volverá a renovar el universo. La idea de comenzar de nuevo se está haciendo cada vez más apremiante.

endless tales.

jueves, 17 de noviembre de 2011
Sacar la taza del microondas y maldecir al quemarte. Observar el azúcar diluirse en el fondo, y luego la leche teñir el agua oscura. Sentarse en una esquina del pasillo, apoyando la cabeza sobre las rodillas. Abrazar tu cuerpo apretando la taza entre tus manos. Sentir el frío penetrando en tu cuerpo, recorriendo tus arterias. Nunca llegará a tus dedos.

La calidez de la cerámica roza tus labios en un beso liso y pulido. Mira el fondo que se presenta en forma de augurio, de destino inexacto, de leche aguada y posos. Recréate en los rincones vacíos del pensamiento. En el fondo… En el fondo la vida se deshace como el azúcar.
Mientras a mi alrededor pasa el tiempo, me pregunto a qué se debe esta manía que tenemos las personas de reconocer el silencio como la ausencia de una voz humana. El silencio como tal no existe, simplemente los sonidos que no sabemos reconocer. Es por eso, que mis palabras no parten del silencio.
El crujido del suelo bajo mi peso, el ronroneo lejano de la nevera en la cocina, la suave caricia del viento contra las hojas, mi respiración pausada, el vaho adhiriéndose a los cristales de mis gafas. ¿A qué lunático se lo ocurriría llamar a esto silencio?

Se aleja ya la soledad anaranjada de la tarde dejando paso a la noche, que me cubre con el azul metalizado del ocaso. Ahora es cuando la gente empieza a sonreír y las luces encendidas me aseguran que la ciudad está despertando. Comienza el latir de las almas y el vibrar de los pasos en las aceras. Se abalanza sobre las avenidas un espíritu que en las calles oscuras permanece oculto. La euforia se mezcla con el alcohol en la sangre.
Pero a mis ojos todo es diferente. La noche tiembla con un recuerdo que me transforma en una fábrica; una fábrica de historias de té.

46ºC

domingo, 13 de noviembre de 2011
Enfoca y observa.
Un cuerpo acostumbrándose a otro que, a su vez, se sale de sí mismo, seducido, y vuelve al primero. Tiemblo sólo con pensar en el momento del contacto; la electricidad pasando de mis venas a las tuyas.
Huele a besos agotados y deseos (inmensos) que se anulan, permanece una ligera nota de regaliz e invierno. Queda en la boca el regusto a otoños encerrados.

Me paro a pensar y me doy cuenta de que tengo que empezar a racionarte, porque no sé cuántas dosis de ti me quedan. Sin ellas enloquecería.
Yo. Tú y yo. Tú y yo que no fuimos tú y yo. Tú y yo que sucedemos.
No queremos hacerlo, pero lo hacemos. Parece que nos gritemos: “¡hiéreme, hazme daño!”
Nunca es fácil y menos si nos separa tanto el espacio como el tiempo. Pero, ¿acaso importa si en todo lo demás estoy contigo?

metalanguage.

jueves, 10 de noviembre de 2011
Pregúntame por qué lo hago. Todos parecen querer saberlo últimamente, y yo respondo que la razón es una pequeña grieta en los amaneceres que se contagian de tarde. Esa grieta me convierte en una mera marioneta a merced de mi mente, mis manos y mi pluma. Y de repente, todo gira en torno a escribir.
Escribir en cualquier lugar y en cualquier momento.
Escribir en servilletas de papel, en las paredes de mi alma y seguir escribiendo.
Escribir como quien en vez de aire, inspira y espira palabras. Engullendo cucharadas de sílabas, tragando párrafos perfumados.
Escribir en tus párpados, en tus labios, describiéndote.
Escribir con la espalda apoyada en el suelo.
Escribir con los dedos, con las muñecas, con los hombros, la barbilla y la lengua.
Escribir, escribir, escribir. Se apodera de mi tiempo, pero me lo devuelve en forma de vida.
Escribir por todo lo que tengo que decir, porque es un vómito irreprimible y por seguir escribiendo. Eso es, lo vais entendiendo.
Escribir, escribir, escribir.
Escribir y mirar las letras esparcirse sobre una página, verlas encender hogueras frente a mis pupilas, dibujar una delgada línea de sangre.
Escribir para ahogar cada milímetro cúbico de oxígeno y seguir escribiendo.
Escribir hasta que alguien por fin se percate de que todo esto que construyo, es mucho más que palabras.
Y que éstas, ni tan siquiera lo son.

did we close the fridge?

lunes, 7 de noviembre de 2011
Sí. El silencio es una respuesta.
Y siendo consecuencia de ello, tuvo que existir, por lo tanto, un tiempo y un espacio geográficamente no determinado en el que fue una pregunta insoluble. Quizás algún lugar alejado, un paisaje de páramos inconclusos.

Y es ahora, entre la soledad de dos silencios, cuando reposan etéreas todas las canciones olvidadas y los dulces pasos de los días que avanzan. Me pierdo en un camino abierto e infinito de páginas en blanco que sueño con surcar sobre mi pluma. Incluso ahora que se apaga la luz en mi mirada y en lo profundo de mi ser. [Para los amantes de las coordenadas: 090 809 342 AO. O lo que es lo mismo, alguna gruta entre la soledad impuesta y mi desesperación.] Incluso ahora que lo frío y lo mudo se han convertido en quimera, que han mutado en una elipsis absurda que resta sentido a cualquier tipo de existencia.

Y sí. Es en esta existencia sin sentido ni significado donde no alcanzo a ser aquello en lo que creo, lo que encuentro o extravío. Este vacío es tan enorme que apenas existe realmente. Se repite sin descanso este eco de nada, de golpeteos de mármol, de pérdidas de avena.

Finalmente, sí. Es este eco el que fuerza sonrisas y reprime el llanto. Y sufre. Y calla.

fog.

Llegó como una punzada. Repentinamente, sin aviso previo. Aunque quizás yo ya lo intuía.
(Pero, ¿qué es saber sin aceptar?)
Fue un alfiler que atravesó mi piel hasta salir por el otro lado. Una pequeña molestia, como algo de arena en un ojo. La ignoramos, al fin y al cabo no duele. Pero por aguantar sin hacer nada al respecto, acaba desgarrando el tejido ocular. Quedamos ciegos. O mudos.

Se abrió paso sin más. El latido del odio, quiero decir. Apareció como una ráfaga de viento otoñal, desde detrás de la esquina más inesperada. Azotó mi piel y cortó mi respiración. Congeló mis sentidos deteniendo mi ritmo cardiaco durante unas milésimas de segundo. Se engendró una nueva cápsula de resentimiento, nació una nueva arruga en mi frente.
Es posible que nadie más lo viera, pero se apagó una luz en el cielo, extinguiéndose una vida celeste que podría haber sido la salvación de algún suicida.

Es odio latente. Odio por cómo se manifiestan los eventos, por no poder evitar al destino. Por no poder hacer nada al respecto. La abusiva e incomparable desesperación de verlo todo más allá de las nubes. Me envuelve algo peor que el mismo miedo. Algo más oscuro que la misma nada.

Y como es habitual, truena la voz de algún dios conocido como locura. Me percato de mi fragilidad artística, de cómo mis manos toman el control sobre mi cuerpo y de cómo mi corazón aprovecha esta debilidad para escurrirse a sí mismo.
Y sin embargo, no me detengo salvo en mi mundo secreto. Ese que sólo alcanzan mis palabras, donde no importan las reglas de los hombres. Donde lo único que tiene lugar es la belleza y la música. Lo que vive sin morir.
(Pero, ¿es acaso posible la vida sin la muerte?)
Todo aquello que existe durante siete segundos en el desierto de la eternidad. Que se dibuja con cada despertar y se desvanece con cada señal eléctrica en nuestro cerebro. Donde reina la tristeza de algo que es sin ser. Un alma rota. O un amor frágil y sencillo.

Me siento indiferente frente a la destrucción, ¿por qué protegerse de ella?

struggle for existence.

lunes, 31 de octubre de 2011
¿Dónde se esconde el corazón de las nubes?
Podría cazar alguna con mis dedos para diseccionarla, aunque puede que no fuera necesario. Quizás esté a mi lado, aquí mismo... entre el vidrio y el metal. Entre el cielo y el abismo.
Así que, simplemente, cogeré alguna y escribiré sobre ella dos sílabas. Se desvanecerá en el aire y podré robarle nuevas palabras al viento...en un inútil intento por recordar tu voz. Te entregaré todas ellas, mis cuadernos repletos de ti, de sonetos enteros, de las crónicas de las lágrimas de mi pluma. Mis antologías de noches gélidas que sólo conocen el suelo duro y los temblores de mis manos y que se niegan a morir. Pueden ser tuyas, si las quieres. Podría regalarte lo que me pidieras, puedes tener lo que quieras de lo que yo pueda darte. Mis cuadros de locura, mis crisis de amanecer, mis tardes de otoño, mis ensayos inexactos. Te lo ofrezco todo si te decides a aceptar el trato: un corazón medianamente sano por uno deliberadamente herido de forma indefinida. Un alma sangrante a cambio de otra mutilada. Es un cambio injusto, un trueque sucio. Mereces mucho más que lo que yo tengo para entregarte. Pero me quedan un par de cosas para equilibrar la balanza. Aquí tienes una caja de colores para que pintes nubes con corazones amarillos, verdes y azules en las noches más oscuras. Más de treinta y siete canciones para amenizar la espera.
Un saco de piel, carne y huesos atados a una conciencia que vive por ti.

careless silence.

martes, 25 de octubre de 2011
¿Y a quién le importa si le duele?
Araña los cristales el agua, y ella se encierra a quemar sentimientos en el interior de su propia gelidez.
¿Y qué derecho tienen a juzgarla?
El autobús avanza a trompicones, levantando crestas de olas a su paso, que convierten las aceras, durante unos segundos, en verdaderos mundos oceánicos. La ciudad se transforma con la lluvia, la envuelve un misticismo extraño, solemne. Lo conoce bien; parece que el tiempo no cambia.
Sólo ella puede juzgarse, porque sólo ella conoce la verdad. Una verdad profunda, envenenada, que emponzoña todo lo que roza con los jirones humeantes que desprende. Todo se contagia, todo se mancha. Todo se quema. Pero, a duras penas, lo mantiene a raya dentro de los límites de su conciencia. Se destruye a sí misma, es cierto, pero no le importa con tal de no hacer daño a los amaneceres. Algo tan puro no merece ser destruido.
La ciudad de la furia... ¿cuánto ha pasado desde la última vez?

dreamless.

lunes, 24 de octubre de 2011
"Le dijo que si le veía caminando por la nieve, sería mejor que no intentara darle alcance. Nunca fue partidario del "mejor tarde que nunca". 
Los árboles se alzan sin orgullo, avergonzados tras haber sido desnudados por las gélidas manos del invierno. Casi parece que sus ramas se estremezcan con cada soplo de viento. Éste, a su vez, mece a las nubes que duermen apaciblemente en su lecho cromático de grises.
Salimos del parque, aún envuelve mi mano entre las suyas. Se contrae mi rostro. Me pregunto qué demonios estoy haciendo. Tirito. Se acerca más a mí y rodea con su brazo mi cintura. Se abren ante mí mil caminos hacia ninguna parte. ¿Cuál es el correcto si todos son los equivocados? Es una trampa del ser humano, su mente y su imperfecto subconsciente. No hay elección, aunque lo parezca. ¿Qué elección? ¿Qué jodida elección nos queda cuando todas las opciones son las mismas?
Ah, pero... si se piensa bien... ¡Siempre queda retroceder! Si se trata de un mero sueño tengo derecho a controlarlo. La imagen avanza en dirección opuesta. Tirito. Me preguntó que demonios estoy haciendo. Se contrae mi rostro. Entramos en el parque, aún envuelve mi mano entre las suyas. Y todo comienza a ir más rápido. Corre por la nieve, con su eterno manto de melancolía, con sus ojos chispeantes de soledad, azules. fríos como el invierno que los desnuda. Queda atrás el parque. Queda atrás la avenida. Una pelea de corrientes de aire que aspiran a elevar una bolsa a la estratosfera. Quedan atrás las estaciones. El otoño, el verano, la primavera, el invierno, el otoño, el verano, la primavera, el invierno y el otoño. Y se para todo y caigo. Estrepitosamente. Y sin mirar a mi alrededor ya sé donde estoy. Y noto que es aquí donde mi alma pertenece, y me doy cuenta de cuanto me duele no haber vuelto. Sé dónde debo dirigirme, ahora que ha quedado todo atrás y vuelve a quedar todo por delante."

listen twice.

domingo, 23 de octubre de 2011
Hoy, por fin, voy a darle rienda suelta a mis palabras. Porque la lluvia ha echado abajo mis muros de arena, y porque la música inunda mi cabeza. Pretendo un nuevo método de escritura automática, aprovechando que se ha ido la electricidad. Y ojalá no vuelva.
Es curiosa la luz que se cuela por la ventana acuchillando la penumbra. Nunca había visto nada igual y posiblemente, nunca vuelva a verlo.
He estado dándole vueltas, recordando los mil azules del cielo (que hoy se han vuelto naranjas) de aquel día perdido de mayo. Ese día, que marcó tanto un comienzo como un final, me ha hecho darme cuenta de cuanto diferimos de nosotros mismos. No somos lo que pensamos que somos. O no somos lo que pretendemos ser.

Quizás debas cazarme mientras estoy así. Entonces podrías cortar mis venas y ver si estás presente en mi sangre. (Gritad)
Si tenemos que compartir nuestras vidas, lo mejor sería que abrieras mi pecho con un cuchillo y seccionaras mi corazón para comprobar que es por ti por quien late. Y si no fuera así, que hicieras lo que tuvieras que hacer. Lo mejor sería escindir mi cerebro para resetearme: domesticarme, hacer la llama arder con más fuerza, dejar que el deseo se agudice... ese que gotea de mis arterias, humedeciendo mis manos.

Últimamente, me cuesta responder a tus preguntas. ¿Qué pienso? ¿Realmente pretendes saberlo?
No sé lo que pienso, pero sé lo que anhelo.
Permíteme vivir por ti, contigo, en ti. Hazme hueco para acurrucarme entre tus sueños y conocerlos detalladamente. Quiero quedarme dormida sobre tus palabras y despertar sobre tu piel. Hacer de tu aliento mi oxígeno y conocer los recovecos más profundos de tu mente. Aspirar tu llanto para consumirlo con el mío. Abrazar tu dolor hasta asfixiarlo para que muera entre mis brazos.
Permíteme morir por ti, contigo, en ti. Es egoísta, pero a estas alturas no puedes esperar otra cosa: quiero ser dueña de tu felicidad y proteger con mi existencia tu esperanza. Sueño con descifrar tu ventrículo izquierdo a través de tu mirada. Ahogarte conmigo. Perderme en tus labios. Liberar tus alas.


remember.

lunes, 17 de octubre de 2011
Cansancio.
No ser más que un niño
obligado a soñar
con la distancia.
Con todos esos momentos
que no alcanza,
ni tampoco roza.
Ni siquiera de puntillas.


Aburrimiento.
Los mismos nombres,
letras viejas, alteradas.
Líneas rectas.
Espacios sin tiempo.
y tiempos vacíos
de bocas llenas,
rebosantes
de nada.
Mundos deshabitados
por almas.


Impulso.
Necesito llegar al otro lado.
Saltar a lo más alejado
de mi conciencia.
A todo lo que ahora
alcanza a ser todo.
O quizás lo que no alcanzo.
Me basta una ventana.

old visual feedbacks.

miércoles, 12 de octubre de 2011
Creo que sabes quién soy, aunque nunca hayas llegado a buscarme. Y a pesar de saberlo, se deshace tu mirada en la distancia… lamentando lo que no encuentras, lo que has perdido. Pensando en las palabras que desaparecen como el viento, dejando un rastro de eco tenue, como los riachuelos que se deshacen en cascadas frescas y cantarinas, en mares profundos como cortes atroces… en desgarros de esas mismas profundidades.

Tú olvidas las palabras, pero yo aún siento las tuyas palpitando en mi sangre, en mis sienes. Siento el miedo con cada despedida, porque puede ser la última. Creo que no sería capaz de mirarte ahora; me callaría todas las cosas que jamás he dicho y que, quizás, algún día se deshagan en polvo. El lastre de mi culpa y de mi propia lejanía me empequeñecen, y entre tus reproches camino como un viajero perdido en un árido desierto. Siento una tormenta de arena que cubre mis ojos y mi cuerpo hasta hacerme invisible gradualmente.

Me duelen tus silencios, tu dolor… pero jamás podré ser parte de él. La puerta está cerrada y soy demasiado cobarde para llamar. Pero eso no significa que no quiera abrirme paso. Y me temo que es cierto: te sigo, pero de lejos y a pasos pequeños. Por mucho que ande, mis pisadas no son más que huellas en la arena que borrará con ira un océano infinito.
Éste, mi viaje, es como un árbol que cae por su propio peso y que nadie oye, que nadie escucha. Sólo yo misma sé de mi existencia y de mi propio sufrimiento. La rapidez fulgente de la caída y la invitación tibia de la muerte ante el sol que blanquea. Ese que parece observarnos desde lo alto, pero que no es más que un fiero fuego que se consume a sí mismo en un universo tan incierto que es similar a la propia nada.

Caigo sobre mí misma, hecha un ovillo; me abruma este estado de alienación. Sin embargo, te seguiría allá donde te llevaran tus pasos: ríos infranqueables o páramos inhóspitos. Mas debes saber que estoy sola, y siempre lo he estado. Mi camino no se puede amalgamar a ningún otro, no porque no quiera, sino porque su naturaleza es distinta. Porque siempre estarás lejos y yo no podré ser más que tu sombra: cuando la luz de la mañana ilumine la ciudad, me verás junto a ti, pero se me tragará la noche y pasaré a no ser más que un vago recuerdo volando hacia lo perpetuo, una onda que desaparece en aguas tranquilas.
Y si te fijas, me verás sonriéndole a la tristeza, dándole la espalda a la muerte… como un ente infinito pero incompleto.

Como un ser fragmentado, al fin y al cabo.

math's outside school.

lunes, 10 de octubre de 2011

Contigo y sin ti. Quizás ahí radique el problema.
Tengo la sensación de que a pesar de que sume luces de neón a los recuerdos, historias a un teatro y un “tal vez” a un “de vez en cuando”… Aunque divida la probabilidad por la esperanza, o multiplique la claridad en tu mirada.
Sólo seguirá existiendo el azar, apuestas en las que llevamos las de perder.
Sólo existirá la casualidad, los sucesos inesperados, los días contados y recontados a los que sumo, resto o divido las tardes de llovizna, tinta y té… las noches de fuego oscuro que destruyen palabras… los amaneceres apresurados con olor a pesadumbre.
Sólo existirán momentos fugaces, sólo tú y sólo yo.
Aviones de papel mojado que luchan por mantenerse en el aire aun estando en el suelo. Volar o morir en el intento, volar o morir en el intento. Volar. O morir en el intento.
¿Qué clase de mantra es ese? O mejor, ¿dónde está el límite entre lo ridículo y lo absurdo?

Dependemos, sin saberlo, de esta aritmética creada en un momento de lucidez. Y que a su vez, suma y resta sentido a lo que escribo.
Conmigo y sin mí. Quizás ahí radique el problema. O quizás, en que no existe la posibilidad de morir en el intento.

lapsus.

lunes, 3 de octubre de 2011
Una fina cortina de nieve caía sobre París aquella noche de enero. Le otorgaba un aspecto fantasmal, etéreo, frágil. El frío parecía estar dispuesto a congelar las débiles de llamas que, a duras penas, aún brillaban en las farolas. Jean Claude se preguntaba si seguirían ardiendo al despuntar el alba tras las delgadas chimeneas de la Rue des Gravilliers. Sus pasos resonaban al golpear la piedra de los adoquines; ascendía luego el sonido en forma de eco entre los muros de los edificios absorbidos por un cielo sin estrellas. Todo el barullo que había inundado aquellas aceras hacía menos de una hora, había desaparecido repentinamente, dejando atrás restos de serpentinas, gorritos pisoteados y demás deshechos festivos. Había llegado, tras mucha demora, 1927. Y el principio de este nuevo año estaba caracterizado por un silencio que la ciudad no había conocido jamás.
Al pasar frente cabaret de Madame Boissieu se detuvo para observar su imagen reflejada en el sucio cristal. A estas horas, una luz cálida acompañada de un clamor amortiguado de risas masculinas debería surgir del interior. Pero una oscuridad opaca empañaba la estancia y sólo veía una silueta mal perfilada. Se ajustó el sombrero, se colocó el abrigo y continuó caminando, maldiciendo la temperatura en voz baja.

translucency.

martes, 27 de septiembre de 2011
Supongo que necesito perderme en más lunas lúgubres, en catacumbas vaporosas y en humedades sólidas. Debo perderme para hallarte, para dejar de buscarte en la duda y encontrarte en la certidumbre. Porque parece que el mundo – nuestro mundo – se nos escapa. Y que, a su vez, nos escapamos de él sin quererlo. Me aborrezco por ser incapaz de evitarlo, estoy condenada a mí misma.

Me destroza hacerte daño, me destruye el alma. Quisiera que lo supieras todo para entenderlo todo. Todo lo que está ocurriendo, todo lo que me atormenta, lo que me roba el aire y la realidad… esta realidad tan devorada de atmósferas que arranca y mastica corazones en mi presencia. Sujeto mi cráneo entre mis manos y surge un grito desesperado, un llanto frustrado. Porque siento que nos estamos difuminando con cada percance y no puedo permitirlo. Tengo un miedo atroz.

No soporto que tengas que cargar con lo mío, además de con lo tuyo. Me desgarra tu pena, porque yo la he causado.
Quiero volver a respirar un poco de pasado para recuperar algo de fuerza. Deseo que se vuelva presente, que seamos nosotras aquí y ahora, que nos proteja de todo esto. Que todo desaparezca y que seamos sólo tú y yo.
Olvidemos el resto.

Voy a recurrir a la observación introspectiva de mis actos y mi conciencia, de mis silogismos, de ese instinto biológico que me hace temer al aislamiento. Voy a rebuscar en el interior de todos mis laberintos de metáforas y parábolas para no volver a extraviarme en ellos.
Para no volver a dejarte sola en la entrada de mis enigmas y, así, desencadenarte de tu dolor.

34:34

domingo, 25 de septiembre de 2011
Estoy sentada en uno de los bancos de la estación. Hace ya bastante que tu tren ha dejado el andén; no sé qué estoy esperando. Quizás a que aparezcas por detrás y me sorprendas con tu sonrisa.
Hojeo la agenda que tengo en mis manos, en busca de restos que hayas podido dejar… un par de palabras con tinta roja.

El reloj marca las 20:11; va siendo hora de marcharse. Me levanto y camino como una sombra entre los pasajeros del próximo tren. Son ellos los que caminan, yo me deslizo, esquivando sus movimientos y andares torpes. Es difícil elegir el trayecto… Me pierdo en la penumbra de todas mis nostalgias.

Hace menos de una hora aún podía tocarte. Y ahora sólo abrazo una ausencia. Tan pura, tan de nadie, tan nuestra. Tan abierta como un corte que sangra y duele. Tan real que nos recuerda que no hemos muerto. Una ausencia que entona versos perforando los silencios de labios mudos, que perdieron el hábito de hablar por sentirse abandonados.

Pedaleo, ausente, mientras el amor brota en mi piel y el dolor apaga mis pupilas. Resulta extraño: no soy capaz de imaginarte en un lugar en el que mi pesadumbre y mis deseos te extravíen en un horizonte aún más lejano.
Y sí, es cierto, todavía queda lejos. Pero estoy aquí, intentando plasmarte. Intentando poder deshacerme del dolor en estas líneas y recuperar la esperanza.
Quiero volver a sentir tu voz abrazando mis días. Y mis noches.

the rhythm.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Apex

Un muelle, una figura. Apenas reconocible su silueta que enturbia el brillo del sol. Acerquémonos.
Se oye un murmuro; recita en voz alta, con la voz rota y cansada, las excusas que inventó para quedarse. Son las mías y es mi voz.
Gaviotas cuajadas y sin plumas se suicidan, incapaces de digerir tanta confusión. Los peces flotan, muertos, en la superficie… salen a la arena, sofocante, para pudrirse con cada una de sus agónicas palabras.
Llama al silencio y muerde sus labios hasta que la sangre se derrama, enturbiando su oscuridad almidonada.


A la luz de un discernimiento, la sombra tira sus llaves al mar.


Dusk


Estoy harta de los atardeceres que se ocultan (¡cobardes!) en el ocaso. ¿Acaso tienen miedo de ver a la Luna? Esa esfera, pálida y pura, que con sus destellos les toca el cuello.
¿Y el sol? ¿Dónde se esconde?
Huye, corre… se desgarra en rayos y muere en el horizonte entre golondrinas y aplausos de seres sin manos.
¿Me tienen miedo a mí también?
Quizás porque siempre seguiré a la Luna; y ella estirará un brazo para entrelazar nuestros dedos. Por temor a mirar el rostro de aquello que hierve en tus venas, te sepultan estas cuatro paredes. Y suplicas perdón, pero es tarde y tu sol ya se ha ido.

Te engañó con la noche, se acuesta con los cometas.


Gloom


Cae la lluvia. La lluvia cae como nunca ha caído. Como el día que perdí mi destino. Quizás llueva por los días que se fueron. Llueve mi lamento.
Está aquí, ha llegado esta noche con la madrugada. Como una niebla irrefrenable en el enigmático torbellino de mi alma.
Estás ahí, sufrir solitario, clamor sordo en el más mudo de los silencios. Algo nuevo destruido, para crear desdoblamientos de amores y odios. Y mi corazón te llama, como siempre, aunque sea ya tarde.

Deseo un cese en mis pretéritos. Deseo un cese en mis pensamientos.

Daybreak


Este amanecer es mío. Es mi sangre la que tiñe las nubes y mis suspiros el frío viento que las arrastra. La pena oculta de hoy sólo será un cadáver mañana. Espaldas destrozadas. Ha llegado la hora de las mañanas heladas. Quiero tirar los trozos de las sonrisas rotas, que se desintegran antes de poder usarlas… y que manchan con su sangre las rodillas despellejadas de mi entereza.
No queda carne en mis huesos; sólo arena sofocante. Adiós a lo establecido, dueña de todo sin tener que bramar al que habla con la voz magullada.

Y pensar que en este lugar las almas sueñan…


winter clogs.

martes, 20 de septiembre de 2011
Estoy exhausta… agotada de este ir y venir, de este juego en el que cada vez soy más novata. De un azar que tira sus dados siempre en busca de mis seis pecados. Y yo, que me pierdo en mis propios páramos, no soy más que el viento silbando entre las hojas. Me llevan los demonios, me arrastran hasta recónditos desiertos donde me espera, impaciente, la tentación de seguir caminos que sollozan por un dios.

Dicen que soy un monstruo por no despertar ahogada en mi llanto, por no deshacerme en pedazos. Pero, como un poeta delirante bajo el sol, ya no me acuesto si no es por el recuerdo abierto de este dolor lacerante. Y cuando lo hago, ya no despierto.

Cómo mostrarte que no amanece sin oscuridad que ensombrezca el horizonte. Cómo decirte que no hay firmamento sin telón estrellado que cubra con sueños mis sentimientos. Cómo relatarte la infinidad de veces que he muerto, asfixiada en un vaso. Cómo confesarte lo que oculta tras de sí este manto de historias al que llamamos bóveda celeste.

Éste es mi lamento silencioso… mi grito desesperado que anhela dejar atrás esta tierra de perdidos. Dejar de vivir en un cielo obscurecido por nubes de reproches. No volver a caminar entre esos verdugos de espíritu y mente.

Por favor, si me escuchas… que la piel y la sangre no se junten para devolver a la vida a un nuevo dios de la conmiseración.

autumn of rains.

sábado, 17 de septiembre de 2011

"Está ebria. A su lado hay un tipo. No es él a quien quiere, pero es el único en el que puede ahogarse. Y quiere ahogarse; necesita ahogarse. La noche no hace más que acentuar ese deseo como una presión tremenda. Transforma los brazos del tipo en complejas sombras que se alargan. Mitad tentáculos, mitad tornados. 
Ella le cuenta historias a granel, pedazos de sueños perfumados de utopía. Le expone el discurso que todos tenemos cuando no tenemos nada. Él le responde, el tipo. Su respuesta hace que una sonrisa aflore en sus labios, aunque no le está escuchando. Esta no es una noche para escuchar, sólo quiere hablar. Hablar. Hablar. Un silencio. 


Bocas que se cierran alrededor de cuellos, líquidos que descienden por gargantas. Todavía secas, después de todo. Son dos vagabundos que deambulan por el viento a su antojo, sin planes, sin compromisos. Y que por casualidad, se han cruzado en su deambular. Como dos satélites que comparten su órbita durante unos minutos y vuelven a separarse por un tiempo indefinido, probablemente (y espera que así sea) infinito.


Ahora el momento es decisivo, está frente a la bifurcación. Y contra todo pronóstico decide mandarlo todo al infierno… el tiempo asesino, las comodidades, las conveniencias. Se deja llevar, el tipo permanece en silencio. Tal vez haya bebido hasta el punto de no poder reaccionar ante nada. No rodeará con sus brazos su cintura, ni besará sus gritos roncos. Realmente es mejor así. Otro que hubiera sentido pena, o que simplemente no hubiera estado borracho, habría querido que se callase. Habrían terminado igual, eso es evidente, pero al menos están en una cama, y no en algún rincón sórdido. 


A su lado, el tipo parece estar dormido. No le mira a la cara; sabe que si observara durante un solo segundo sus facciones de niño terrible, continuaría posando sus palabras sobre su inconsciencia. 
Así que se levanta dolorosamente y se refugia en sus mentiras." 

Llego al borde del agua. Es necesario que me vacíe, que los licores amargos vuelvan al mar. Mis ojos se esfuerzan por contener sus lágrimas.
Ahora que he aligerado el peso de las confesiones que cargo en mis brazos. Pequeño gesto de manos, avergonzado, de aquel que desvela un secreto.

 Je déverse, alors. Je ne pars qu’au matin.

hatred.

jueves, 15 de septiembre de 2011
Siento una emoción reprimida persistente. Podría compararse a la sensación que provocarían unas uñas recorriendo mi espalda en una rápida sucesión. Es como si algo intentara extender sus profundas raíces en mi interior. He luchado por mantenerlo al margen, pero ha llegado un momento en el que no puedo seguir haciéndolo.

Antes de haber sabido lo que era exactamente, ya notaba su violenta difusión dentro de mí. Me sobrepasa… Me invade el pánico porque no puedo controlarlo. Está devorando mi calma y me impide pensar con coherencia.

No puedo aplacarlo, su instinto es llenar todos los recovecos de mi organismo. Para no poder ser alcanzado y, en consecuencia, no poder ser destruido. Siempre habitará esas profundidades abismales. Mi subconsciente. Ataca, como un parásito, mis emociones y mi alma.

El odio es el clamor de la guerra y el alarido de lo olvidado. Es un sentimiento frío y pegajoso que parece fuera de lugar en un corazón. Es agrio, amargo… como la leche pasada.

El odio nace dentro de mí a partir de las más simples formas de humanidad. Estoy siendo testigo de una emoción primaria existente que, lentamente, se está manifestando. Todos los que la presencian se acaban infectando, de una manera o de otra. Sólo ruego que pueda vencerlo antes de que me venza a mí.

my hands tied around these words.

lunes, 12 de septiembre de 2011
Frío. Es lo primero que he sentido. Ha calado en mi alma y sé que antes en la tuya. Con más intensidad, y con más razón.
Entiendo tu decepción. Esa terrible decepción que no es más que una jodida puñalada que te he clavado por la espalda sin quererlo. Pero ahora no voy a justificar mis justificaciones, sólo puedo decirte que lo siento.

Ahora entiendo que por mucho que duela la verdad, siempre duele más una mentira.
También he comprendido que soy mala persona. He asesinado cientos de sueños, y he decepcionado cientos de veces. Quiero escucharte, pero entiendo que tú no quieras escucharme. Entiendo que no vayas a pegar los pedazos de los platos que yo he roto.
Créeme cuando te digo que nunca fue mi intención salirme del camino. Mi conciencia vomita sobre mi moral. ¿Qué quieres que te diga?

Maldita vida, maldita existencia, malditos errores, malditos pensamientos. Maldita yo. Por herirte.
Herirte significa herirme. Duele, nos duele. Pero yo no tengo ningún derecho a lamentarme.

Tu voz va a teñirse de rojo, y tus ojos van a llenarse de arena. Un “por aquí me entra, y por aquí me sale”, y tu boca rebosante de bronca.
Pero intenta entender sólo esto. Te quiero. Nunca te lo digo, pero eres una de las personas más importantes que jamás habrá en mi vida. Ninguna realidad podrá más que tú, no habrá océanos que puedan llenar el vacío que podrías dejar. Me muevo en un ambiente desconocido y siento que muero, con la sonrisa triste del que ha perdido todo lo invisible.
Curiosamente, lo único que me importa.

"When you think nothing could be further from the truth 
When you think nothing could be further from the cold, hard truth 
I kneel to condition all the feelings that I feel"

in across the way from me.

Entraste en mi pecho y conquistaste mi destino. Desataste mis muñecas, liberando mis manos. El roce de tus pestañas en mis mejillas me ha devuelto la risa. Nuestras respectivas respiraciones se amoldaron, se adaptaron la una a la otra. Desde ese momento no he dejado de consagrar cada suspiro.
Tú, entraste en mi pecho y cambiaste el título de mi historia. Es como si hubieras sustituido un cartel ilegible - maltratado por el tiempo - en una de las encrucijadas de mi camino por una simple flecha roja.
En sueños, te veo alejarte en el horizonte mientras las luces de la ciudad emergen en la noche. Te haces una con ellas y yo echo a correr hacia donde te has marchado. Entonces despierto y tengo más claro que nunca que quiero seguirte.

body work.

domingo, 11 de septiembre de 2011
El hecho de esperarte me aterra. Que me aterre viene a decir que me deshace en escombros, desentierra raíces, me cesa en el movimiento.
El hecho de esperarte conlleva más tazas de café que llamadas frustradas, y significa vueltas y vueltas de un reloj que va al revés.
El hecho de esperarte me reduce a cenizas. Mis ojos cuentan la historia de los días que no vimos pasar entre las sábanas.
El hecho de esperarte es una pira de promesas que no he hecho, pero planeo hacer. Aunque la posibilidad de que comience a arder sea alta... ¿Dónde está la felicidad sin el riesgo?

He oído que vas a dedicarle tu sonrisa a mis mañanas cuando deje de esperarte. Cuando deje a un lado el pincel que, atormentado, te pinta en los rostros de otras personas.
También dicen que llegarás como la espuma que alcanza la arena; como los trenes. Como llegan las estaciones aunque se retrasen. Sí, es cierto: llegarás y estaré esperándote. ¿Qué puedo decirte que no sepas ya? Esta espera no es dulce, esta soledad es amarga... quizás porque estar sola no es una decisión deliberada esta vez. Es una herida que permanece abierta, una voz muda de cansancio.
Pero te espero con determinación, cada día un poco más cerca de conocerme para que tú puedas conocerme.

A veces me pregunto si realmente debería esperarte. Quizás sería mejor tomar la iniciativa y salir a buscarte. Te buscaré para exponerte mis sentimientos sin necesidad de palabras; las palabras ya nos sobran.


(Es posible que siempre nos sobraran...)

hide-and-seek

miércoles, 7 de septiembre de 2011
Te oigo contar mientras me alejo por el pasillo. Escojo rápidamente, no me queda mucho tiempo. Me oculto en el armario de formalidades. Avanzas, acercándote despacio. Después de buscar bajo la cama y el sofá, me descubres tras el abrigo de aflicciones. Dejas el rastro de un beso sobre mi mejilla.
Es mi turno, cierro los ojos al mismo tiempo que tú te esfumas. Temo no haberte mirado lo suficiente, no sé si podré encontrarte.
Quizás debí haberme escondido en la caja de disfraces. O haberte esperado en el jardín, bajo la lluvia.
La próxima vez dejaré pistas para que me sigas y te incendies conmigo.

cease.

lunes, 5 de septiembre de 2011
Un encuentro en una orilla, bajo los arces. Sobre nosotras un burdo boceto del cielo a carboncillo. ¿Sigues queriendo venderle pétalos de vigilia y polvo azulado de hojas de invierno a los recuerdos que dejamos tirados? Quedaron abandonados, malheridos bajo estas mismas estrellas. Guarecidos entre las nieves tardías de medianoche y los vapores de la luna, sangraron lágrimas que anegaron la tierra. Germinaron, convirtiéndose en enmarañados matorrales de palabras displicentes.
Hablamos en susurros, intentando ocultar el miedo y el odio. Leemos en nuestros ojos aquel libro que compartimos cuando aún no contemplábamos la pena y la derrota. Entre nosotras se proyecta cautelosamente una mancha de burla y se alza un alarido de culpa olvidada.
Las nubes bajas de la aurora casi han borrado las sombras de tu semblante. Pero no se han marchado ni el frío de tu nostalgia, ni tu memoria sin vocablos de poesía.
Nuestros caminos se separan frente a esta orilla, bajo estos arces. No hay palabras, ni llantos cuando la tarde desaparece en el horizonte. Nos obsequia con su cadáver de flores y espinas. A cambio queda grabada en su antifaz una sonrisa triste que escapa de mis labios.

shrink.

domingo, 4 de septiembre de 2011
Cuando los trazos, las líneas y las curvas se entregan. Cuando la tinta se acaba, al igual que el control sobre tu mente. Cuando todo se reduce al olvido y la nada. Cuando el cerebro se apaga y deja tu cuerpo, esperando la señal para volver a reaccionar.

En esos momentos en los que nada ocupa tu existencia, en los que tus sentidos se niegan a llevar a cabo sus funciones respectivas. Todo lo que te queda es ese mundo irreal y romántico de oposición y contraste. Ese mundo que siempre has deseado, pero que nunca alcanzarás... ni siquiera dejándote llevar de esa manera.
Ves a gente con sonrisas sinceras, un medio ambiente que está libre de tortura y una tierra en la que es seguro vivir. Caminas y caminas, pero no te cansas. Ganas energía a cada paso; el aire es fresco y puro.

Pero la carretera se abre bajo tus pies, y te precipitas hacia el vacío. Sientes como vas cayendo gradualmente, presa del pánico. Te deja sin aliento, tu alma abandona tu cuerpo.

Y oyes un pitido lejano. Y abres los ojos.

cutting edges.

sábado, 3 de septiembre de 2011
Un día más, empuño mi pluma.
Me duele ver como el mismo ciclo se repite. Las mismas palabras susurradas por los mismos labios. Sólo de pensarlo se me revuelve el estómago de puro odio. Tengo una indigestión por tragar tristeza caducada y los primeros síntomas ya son evidentes; mis entrañas están infectadas con desesperación. Quizás sea absurdo, pero me gusta mirar a la ira a los ojos cuando la frustración empieza a abrirse camino. Esos ojos inyectados en sangre que me asfixian en este maldito espejismo de perdición.
Recuerdos que me acarician bruscamente, que me arrancan la piel con zarpazos de aversión.
No sé que hago revolviendo en buhardillas ajenas, pero si la puerta está abierta no puedo evitar entrar a echar un vistazo. Los muebles están todos al descubierto, y a pesar de los meses que han pasado ya, no están cubiertos más que por una finísima capa de polvo. Creo que no se resignan, todo lo contrario, se alzan orgullosos sabiendo que no es imposible resurgir de las cenizas. Después de todo, los nuevos muebles no tardan en envejecer. Y dentro de lo viejo, siempre es peor lo menos viejo.

back home.

jueves, 1 de septiembre de 2011
"I grab your memory with aching hands.
Overwhelmed by time and upcoming pain.

Found myself seeking for your neck at night,
and looking at the vacuum in my chest,

I left the train like a wounded dog,
with tears in my mind and unwritten words.

I wonder if what I feel
are broken bottles in my soul.
Or just the weight of
broken hearts of shattered casualties.
Both are just some glass-remnants
that peel my foundations.
Both fortell my fall."


Seems like we're both way too young to die.

decline of decadence.

miércoles, 24 de agosto de 2011
Ya no queda nada de mí. Nada de lo que fui. No tengo nombre, no tengo pecho, mi alma ha escapado y nadie lo lamenta. Apenas se escucha ya el eco del quiebro final en mi voz.
La húmeda brisa nocturna que enfrió la mañana ha borrado mi recuerdo. Mi risa, mi olor, mis gestos se han perdido en el olvido. Nadie ha venido a llorar mi ausencia ni a buscar mi memoria. Simple y rápido, he quedado sepultada por los escombros del pasado. Mi voz ha quedado muda, mis palabras han muerto en el silencio. Y mis lágrimas... mis lágrimas que anegaron aquel espacio sempiterno se han consumido.
Sólo me queda por contemplar mi último suspiro, aquel aliento débil que exhalé y se mezcló con el denso oxígeno que reclamaban dolorosamente mis pulmones.
De repente, y sin razón aparente, las gotas de lluvia alteraron el rumbo de mi destino.

fourty sheets.

domingo, 21 de agosto de 2011
La luna resplandece en un cielo plagado de estrellas, y baña con su fría luz metalizada un edificio abandonado de tres plantas de ladrillo rojizo. Se alza orgulloso frente a un solar deshabitado. Casi parece un centinela nocturno cuyo deber fuera observar las cacerías furtivas de los gatos que lo habitan desde hace décadas. Todas las ventanas desaparecieron hace tiempo, otorgándole un aspecto de criatura desmembrada.
Me encuentro en la azotea, tan maltratada como el resto de la construcción. Camino por páginas llenas de palabras vacías. O páginas vacías, que es lo mismo. Mis ojos lo observan todo, pero no encuentran nada. Es como si viera en blanco, como si todo fuese nuevo y estuviese por descubrir. O tal vez sea como si no viera nada. A pesar de ello no me detengo.
¿Qué hago? ¿Por qué avanzo?
Tengo la sensación de haberme dejado olvidada la mente, tirada en cualquier rincón. Siento mi corazón como un reloj que sólo atenúa la espera… ¿pero la espera a qué?
Esta inestabilidad súbita me abruma, necesito encontrar mis huellas para volver sobre mis pasos. Pero está oscuro, y apenas veo.
Se oye, a lo lejos, el llanto estridente de una sirena

anke.

miércoles, 17 de agosto de 2011
El frío viento remolca mi pelo mientras camino por las calles de Amsterdam, que ya oscurecen. Me envuelve una bruma densa y gélida que penetra en mi piel a pesar del grueso abrigo que me cubre. El silencio flota conmigo; estoy sola.
Siento los ojos de la ciudad siguiendo mis pasos, su aliento en mi nuca... Pero no echo a correr, nunca echo a correr. Camino despacio.
Las casas me dan la espalda, los arboles desnudos se doblan a mi paso como contorsionistas decrépitos.
Al final de la calle brilla una luz cálida. Entro en el café y me quito los guantes al sentarme. Observo a mi alrededor: Es un lugar precioso, hay tantas plantas que casi parece un pequeño jardín de invierno. El suelo y el mobiliario son de madera oscura, desgastada por el uso. Las paredes están algo desconchadas salvo en un rincón, donde están cubiertas por antiguas fotografías y donde un sofá rojo aporta algo de colorido al local. La barra, como todo, es sencilla y funcional. Resaltan las numerosas estanterías rebosantes de libros. Sólo hay una chica de aspecto elegante que apura el último sorbo de su té mientras guarda un libro de bolsillo de su bolso.
Desde mi mesa le pregunto qué libro es. "La delicadeza", de Foenkinos. Es una lectura increíble, le respondo, y ella me sonríe. Ese es el punto de partida de una conversación que se alarga durante más de una hora. Cuando quiero darme cuenta, estoy sentada frente a ella con una taza entre las manos y varios libros sobre mi regazo.

omen.

lunes, 15 de agosto de 2011
Camino por una calle arbolada danzando sinfonías, pensando en mil y un errores. Indecisa, pero ingenua... creyendo todas las verdades, incapaz de inventar una nueva realidad.
Oigo el graznido de un cuervo sobre mi cabeza. Al levantar la mirada me encuentro con un ave oscura, de ojos maliciosos. Me mira a mí, lo sé. Hace dos días que me sigue, se posa sobre los postes eléctricos, los coches abandonados en las aceras y los toldos de los concurridos cafés... Me observa. Y me habla; me susurra presagios a gritos. Envueltos en trajes de encaje, despiertan mi inquietud. Absorven mi alma en horrores que sólo yo puedo imaginar.

El viento nacido en el sur ha migrado al norte, y el ambiente se ha sumido en un letargo mortuorio.
Temporalmente, se escapa esta sombra negra que me pisa los talones. Pero no tarda en volver, traspasando rejas.

unstandable.

viernes, 12 de agosto de 2011
Los colores neutros del salón alivian mi migraña. A mi lado hay un libro de Kundera que pide a gritos ser leído y un lápiz sobre un papel, además de un marcapáginas que realmente no es más que un sobre amarillento que contiene un botón.
Siento en mi piel una ira metálica. Si no escribo en el vellón blanco de mis pesadillas, mis ojos se achinan y sufro una metamorfósis, enloquezco. Hay dentro de mí varias hojas de acebo, la flor del resentimiento. La venganza en su forma vegetal. Tengo en mi interior una sala de alquimia, donde experimento con toda clase de remedios y sortilegios.
Beber zumo de saúco para calmar la violencia. Pensar en otra lengua para aclarar las ideas. Hacerse un café más dulce, lo más suave posible para evitar el mal humor.

um zu leben.

lunes, 8 de agosto de 2011
Susurro, estoy sola.
Te pido que no me despiertes, que no escribas destinos inciertos, que no conlleves un final, que no atraigas la lluvia. Quiero consumir esta luz en mis sueños.
Déjame cantar mientras espero y vivir como si esos sueños fueran ciertos. Deseo soñar en ellos, o bien tocar tu voz con el aliento que le robé a alguno de esos versos viejos.

Congela mi mirada que te observa, y descansaré sonriendo.
Te pido que no me despiertes. Quiero aprender de mi pasado, no hay ningún ciclo sin finales ni lluvia, no hay llanto sin melodía.
Déjame vivir como si mis sueños fueran ciertos y déjame dibujarte entre las estrellas. Quiero cantar imaginándote mientras espero la aurora, mientras capturo los rayos luminosos que surgen de tu recuerdo.

Voy a conseguir que la luna nos envidie, que la ciudad caiga rendida en un sopor profundo. Voy a conseguir olvidar el tiempo y dormir hasta que en el exterior reinen las tinieblas.
Por favor, no me despiertes.

côte sauvage.

jueves, 4 de agosto de 2011
A medida que seguimos un camino estrecho y sinuoso que atraviesa un bosque antiguo, vamos acercándonos a la costa. No muy lejos se escuchan ya los graznidos estridentes de las gaviotas y el débil sonido de las olas que acaban su vida lamiendo con su sal las rocas grises y la arena. Ante mí se eleva una duna inmensa que da paso a una playa de belleza indescriptible. El sol arranca tenues reflejos de la superficie verdosa del océano. Cojo mi tabla y echo a correr hacia la orilla. Las piedras se clavan en mi piel, pero pronto se convierten en arena, que no tarda en dejar paso al agua gélida del Atlántico. El olor de esa arena húmeda y del agua salada asalta mis fosas nasales y al hundir mi tabla bajo mi cuerpo, siento el frío colarse a través del neopreno. En este momento no existe nada excepto el mar y esta tabla. Es una vieja Swellie, de un amarillo gastado que resulta reconfortante en la inmensidad grisácea que me rodea. Tumbada sobre ella, dejo que las olas jueguen conmigo un rato: me empujan, intentan tirarme, me abofetean dulcemente. En mi boca, ese sabor salado tan familiar resulta refrescante.

Remo con todas mis fuerzas para atravesar las olas rotas, los picos blancos de esas cordilleras acuosas que intento subir frenéticamente con el rugir del viento contra mi rostro. Cuando paso la zona de oleaje llego a ese punto mágico en el que todo lo que queda por detrás de mí es caos y todo lo que tengo por delante es calma.
Siento la fuerza de una ola que está naciendo, como un dios marino que me arrastra al olvido. Me estiro sobre la tabla y empiezo a mover los brazos con determinación. La furia del mar impulsa mi cuerpo hacia delante a gran velocidad. Sólo puedo seguir una dirección, que tiene como destino las rocas escarpadas de la costa. Estoy completamente cautivada, oigo música en mis oídos.
El agua está tomando la forma de una pendiente brusca... me dejo llevar. Es lo más parecido a volar que he experimentado. La tabla se inclina, se adapta bajo mis cuerpo. Intuyendo el momento adecuado, me impulso y me sostengo sobre mis pies cuando en la ola empieza a describirse la cresta. Siento como una falta de gravedad, un vacío sublime mientras me deslizo sobre la pared de un verde cristalino. Tras de mí, sólo un halo de espuma blanca que va siendo engullido.

for C.

Todo tu tiempo lo dedicas a hablar de esa persona. Te gustaría culparla de todo lo que ha pasado desde que se fue, de todas tus desgracias, de todas las penurias que has sufrido por su ausencia. Por ella te es imposible pensar en nada más. Las canciones se han convertido en notas que derraman recuerdos.

La odias, y no puedes ocultar el inmenso rencor que recorre tus venas, emponzoñando tu mente. Desearías, aunque jamás lo admitas, que su vida fuera igual de miserable que la tuya, que sintiera lo mismo. Esa felicidad cruel y efímera que te pisotea y luego se aleja silbando, que te mastica y te escupe sin contemplaciones. Quisieras, en el fondo de tu corazón, que se diera cuenta de que no va a encontrar a nadie a quien le importe tanto como a ti. Que pasara sus días pensando en volver a verte, igual que haces tú. Que regresara a tu lado el próximo verano, arrastrándose, pidiéndote disculpas. Que reconociese de una vez por todas que te necesita... pero antes deberías admitirlo tú.

Porque por más que la odies, sabes que estás dispuesta a lo que haga falta por verla una última vez.

just today.

martes, 2 de agosto de 2011
Me despierto a mitad de noche y me pongo en pie. Avanzo hasta el espejo y observo mi rostro a través de una nube de penumbra. La oscuridad me absorbe, y yo bebo de ella al mismo tiempo. Cabalgo sobre las sombras, protegida por esa manta de muerte y silencio, abrazada por deseos destruídos en vano, vendada por la gelidez de pasados inconexos.
Atravieso un camino de tiempo que no avanza y espacio fenecido, un momento desesperado en el que solamente deseo lanzarme a la espiral del dolor del individuo.
Sólo veo vacío en mis ojos y cansancio en mis facciones. Una mirada perdida que me exilia del presente. ¿Qué soy si he dejado de ser.?
Mis pies están firmes sobre el suelo, pero vivo en ausencia, en este abandono tan mío, en este refugio inexacto. No se escucha nada, sólo susurros que me arrebatan resquicios de mi alma y sentimientos que se arrastran suplicantes frente a mi ventana.
Quiero una nube de cristal para huir del tiempo y un mundo imaginario para zambullirme en las aguas cristalinas de un subconsciente alquilado.
Golpeo el cristal con mi puño y éste se resquebraja, resignado. Una punzada hiriente recorre mi brazo, un líquido pegajoso empapa mis dedos. Y, a la vez, los pedazos que caen lentamente absorben mi reflejo para retenerlo eternamente.
Me entrego a mi inconsecuencia...

optimistic attempt.

lunes, 1 de agosto de 2011
En algún momento llegamos aquí, donde los caminos se dividen. Por alguna causa o por el simple capricho de algún acaso . He llegado aquí, un lugar donde sólo el tiempo tiene razón de ser, porque el vacío en sí es origen.
Y allí a lo lejos, entre el vuelo alborotado de una jauría de silencios y un fluir inesperado de recuerdos que surgen como hongos tras la lluvia, allí... entiendo que estás lejos.

Lentamente voy comprendiendo este amor que me consume. Empiezo a asimilar en silencio esas palabras, que dichas en tantas ocasiones y en tantos ciclos, han terminado por convertirse en laberintos. Que no voy a encontrar tus manos, son las mías las que te imitan sobre mi rostro, que te tomo por ausencia, pero me sorprendes tras cada esquina. Que los besos se agarran a todos mis recuerdos, que las sombras pasan y que están dejando huella.

Sin embargo, me alcanza la certeza de un soplo huracanado, de un “te quiero” que adopta formas inconclusas, que se reproduce eternamente alcanzando el infinito. De un abrazo sin encuentro delante de tus brazos.
Estoy inundada de palabras que se agolpan en mis labios. Y ya no me importa, porque sencillamente he comprendido que cada minuto de ausencia tiene sentido, que el silencio en sí mismo ya es una respuesta.

selcouth lamprophony.

domingo, 31 de julio de 2011
Estoy helada, tengo miedo. Mi letra cambia, sufre una metamorfosis progresiva. Quizás sea por la postura, por la forma en la que cruzo mis piernas. Pienso que creo. No, creo que pienso. Mis pensamientos han echado a correr y pronto los veré volando. Me desequilibro; fluyen ríos de tinta, corrientes de palabras ante mis ojos. Y como el amor, efímero, desaparecen. Me dejan sola poco a poco. El frío va reptando hacia mi interior dulcemente, lo percibo como un demonio, o una maldición. Tengo una pluma llena de ideas, no sé si debería liberarlas, pero se liberan solas...

No hay ningún foco de luz, el cielo no llueve estrellas como es costumbre. Te pienso y te observo en esa foto, la única forma en la que te conozco. Y me doy cuenta de que nunca he escuchado tu voz, jamás he sentido tus dedos. No nos entendemos más que a través del frívolo lenguaje de los desconocidos.
Pero algún día voy a conocerte. Tal vez en otra vida en la que, quizás, seamos rocas. Una junto a la otra. Sin poder mirarnos, ni hablarnos, ni tocarnos, sin sabernos juntas. Encerradas en nuestros núcleos respectivos de trióxido de sílice y trióxido de aluminio. Pero al fin y al cabo, juntas.

Permíteme ser otro elemento más en la materia que es tu vida. Permíteme ser. No me dejes arrancarme el aliento, desgarrarme la vida. Matarme lentamente y enseñarles a todos mis heridas.
Detrás de estas paredes no quedan más que restos que brillan con un fulgor gastado y sombras que se ocultan tras sombras más oscuras. En este cuarto sin ventanas que es mi núcleo - seis muros grises que empiezan a teñirse - soy feliz. He terminado de comenzar lo que siempre he querido. Ya no deseo no tener voz y que mis palabras se estrellen contra mis dientes. Ahora sé que quiero ser, y quiero ser grande. Quiero que comprendas la verdad que hay en mis mentiras, que me leas y me encuentres entre líneas.
Estoy comiendo vidrio, y empiezo a ser transparente.

fermade.

sábado, 30 de julio de 2011
Siempre produce una sensación especial despertarse con el sonido ocasional de las gotas de lluvia golpeando suavemente tu ventana. Y la mañana va llegando despacio, resistiéndose, perezosa.
El cielo es de un gris claro cuya textura recuerda vagamente al algodón de azúcar. Todo invita a permanecer un rato más entre la calidez de las sábanas y, a pesar de todo me levanto. Me siento sobre el borde del colchón y me froto la cara con las manos. En ella no hay expresión alguna. Tampoco cuando me pongo en pie y me acerco al cristal. Al abrirlo una ráfaga de viento húmedo penetra en la habitación, llevándose al salir los restos de mi sueño. Apoyo los codos sobre el alféizar y me pierdo en el paisaje. El mar que se expande ante mí también es gris, pero su textura recuerda al frío plomo. Escruto la lejanía, intentando descubrir la línea imperceptible del horizonte.
No sólo se pierde mi mirada, también mi mente que divaga, que deambula por calles de nombres prohibidos. No quiero pensar en ello. No quiero, no quiero, prometo que es cierto. Pero la capacidad de abortar sentimientos antes de su nacimiento no es una característica que pueda destacarse en mí, desgraciadamente.
Asomo la cabeza y al poco rato está completamente mojada.
Quisiera que el agua se lo llevara todo, que lo arrastrara todo consigo.

des pellicules flues.

miércoles, 27 de julio de 2011
Naoko está en la cocina, a oscuras. Un poco de luz se filtra a través de las cortinas, sumiendo la estancia en un ambiente enrarecido, denso. Se imagina que, de repente, todo cambia drásticamente y que la soledad no la consume, que no les consume. Que dejan de lado las conversaciones banales, cuya única función ha pasado a ser un mero intercambio de palabras socialmente correcto. Pero todo sigue igual, y va a seguir igual mientras prefieran callar lo importante para evitar confrontaciones. Mientras sigan esquivando miradas viviendo dentro del mismo espacio, respirando el mismo aire.

Antes solían hablar de la muerte, de la vida y de la manera en la que es efímera. Intentaban recuperar el tiempo que les había sido arrebatado, pero acaba de darse cuenta de que jamás llegó a funcionar.
- No hay forma de hacerlo - se dice a sí misma - lo que se ha perdido no puede encontrarse.
El tiempo ha seguido su curso, sin esperarles, y ambos han cambiado; estando cerca les sorprendió la distancia. Ahora son poco más que dos desconocidos: cada minuto que pasa, descubren cosas que jamás comprendieron, cosas que, siendo jóvenes como eran, jamás llegaron a imaginar.

Cuando él está cerca, se refugia en un mundo en el que sólo existe ella, una especie limbo alejado de la realidad. A su alrededor se alzan unos muros que, prácticamente, le impiden respirar, pero que a pesar de todo, rehusa a echar abajo. Hay veces que se cansa, la soledad le hace daño e intenta dejarle entrar para volver a desterrarle de ese interior al que debería pertenecer.

Se oye el tintineo de una llaves y la puerta de la entrada al golpear el marco. Escucha sus pasos avanzando de forma insegura por el pasillo. Se detienen frente a la cocina y permanecen ahí, quietos. Se oye un chasquido y la luz de tungsteno ilumina la habitación.
Kiyoshi la saluda, pero ella no reacciona. Pasan unos segundos hasta que él le pregunta cuándo podrán tener una conversación que no acabe en gritos. Ignora la pregunta y susurra tímidamente que ella jamás le ha alzado la voz. Pero en su mente la respuesta sí se ha formulado: será el día en el que él deje de intentar adivinar, erróneamente, que es lo que pasa por su mente. Es posible que ese día puedan hablar como hacían antes, fingir que no ha pasado absolutamente nada y demostrar que todos los años no han sido en vano. Hasta ese día seguirán desconociéndose y el abismo que los separa se irá ensanchando progresivamente.

Naoko cree que él no entiende su dolor, pero en eso se equivoca. Quizás sea lo único que tengan en común aparte del espacio que comparten. Él también comprende esa soledad que tanto le duele, pero que atesora por miedo a perderse. También sabe del tiempo que ya ha pasado y que nunca volverá, ese tiempo que avanza demasiado rápido y que ellos continuan subestimando.
Algún día ella se dará cuenta de que no todo dependió de él. Cuando sepa cuantas lágrimas ahogó en la almohada, cuando descubra lo que sus silencios, malinterpretados por ella, escondían.

Cuando dejen de ser fantasmas deambulando bajo un mismo techo.

goodnight-story.

lunes, 25 de julio de 2011
Naoko está sentada en la ventana, mirando un paisaje que no entiende. Cuando el cielo se torna oscuro, observa la luna con una sonrisa en los lasbios, parece hipnotizada. Sabe que nunca podrá alcanzarla más que con su mirada, pero en su mundo nocturno de sueños y quimeras será su amante eternamente.
El alba llega anunciada por un soplo de viento que golpea su rostro pálido por el frío.
Sentada aún sobre esa ventana, ella balancea sus piernas y rememora su infancia en el columpio de su abuelo. Cuando el despertador suena sobre su mesilla de noche, se levanta dificultosamente; tiene las extremidades entumecidas. Espera pacientemente mientras los días pasan inadvertidos.

Hasta que finalmente llega a una ciudad nueva, con un nuevo libro bajo el brazo. Los comienzos que marcan una nueva etapa en la vida de una persona, deben ir siempre acompañados de un nuevo libro. Lo que empieza bien es más difícil de arruinar, así que a sus compañeros de viaje los escoge siempre con el máximo cuidado y atención. No deja lugar a las casualidades, nunca en este aspecto.

Mira a través de los cristales, pero no ve a nadie, sólo sombras que reptan apresuradas. En las calles desiertas esas mismas sombras pasan a su lado, robándole lentamente su esencia. Sigue esperando a esa persona que jamás va a llegar y pronto él será otra sombra más en esa red de tráfico, cobertura y prisa. Si sigue buscando en la ciudad algún rastro de humanidad, no tardará en perder la suya propia.
Una nueva ventana. Parece que ha vuelto a elegir el libro incorrecto. Juega con el humo de un cigarro, mira un paisaje que no es capaz de comprender. De su rostro impávido alguna fuerza desconocida arranca una lágrima. La atrapa entre sus dedos y la deja caer. Atardece lentamente, pronto aparecerá la luna.

Camina de la mano con otro atardecer, hacia otro lugar, otra ciudad. Su mirada, fija en las estrellas, pero sobre todo en la luna distante, como siempre. Entre suspiros y lágrimas furtivas que brotan ocasionalmente de sus ojos grisáceos, se marcha abatida. Luciérnagas artificiales dirigen su rumbo hacia una ciudad nueva, y hacia una nueva soledad. El horizonte es más amplio que nunca.
Atrás deja, como siempre, un cuaderno, sobre el que siempre se lee lo mismo:
"Continúo aquí, esperándote en mi ciudad vacío, continúo mirando la luna cada noche, quizás estés en otra ciudad; vacía, por supuesto"

fall to pieces.

sábado, 23 de julio de 2011
La ciudad no ha cambiado, salvo porque el tiempo parece haberse detenido en cada rincón de sus calles cubiertas de charcos, impregnadas del sol que acaricia las huellas gastadas en los caminos desandados. El silencio lo es todo. Y una figura camina solitaria por las grandes avenidas. Si nos acercamos podemos ver que su mirada está fijada en el asfalto agrietado. Hace ya un tiempo que Naoko evita hablar; prefiere callar, rumiar pensamientos en su interior. Disfrutar del apacible ensimismamiento que, normalmente, no puede permitirse.

Nada que exteriorizar; nada que quiera exteriorizar. Por temor a que no sea verdad lo que cree sentir. Por temor a que su realidad se desmorone por no ser más que el producto de una serie de recuerdos que, por pura casualidad, volvieron obsoletos al resto.
Prefiere concentrarse en el ruido de los coches atravesando la alameda, en las voces de las personas que pasan a su lado como fantasmas. Cualquier cosa es mejor que atreverse a romper el silencio que la llena, que la invade, sumiéndola en ese estado de confortable neutralidad.

Últimamente, se limita a oir lo que él dice, lo que opina, lo que piensa... Pero hace días que dejó de escuchar. Quizás porque no es igual, es más fácil: no requiere empatía, complicidad o concentración. Quizás porque toda esta situación se remonta a cuando comenzó a flaquear, a recordar voces perdidas de un pasado que, en su fuero interno, desea revivir.

El silencio es todo lo que le queda. Es lo único que merece la pena conservar, al menos por ahora. Y es que llegado el momento, es doloroso comprender que por mucho que uno lo intente, por mucho que uno luche, las cosas que han cambiado jamás volverán a ser lo que fueron entonces.

sinuous strokes.

viernes, 22 de julio de 2011
El tiempo transcurre. Siempre hacia adelante, no toma atajos. No existen. Pluscuamperfecto, pretérito imperfecto, subjuntivo o indicativo. Qué importa; ahora es ahora y de ayer sólo queda el recuerdo. Papeles arrancados, palabras silenciadas, tinteros vacíos, libros ajados, sentimientos congelados. Ruinas, realmente. Ruinas sobre las que la vida vuelve a alzarse para, una vez más, volver a derrumbarse. Y por mucho que digan, esas ruinas no forman el presente; no en su totalidad.

Antes de que te des cuenta el día llega a su fin, y con él el tráfico, las prisas y los cabos que quedaron por atar. Todo permanecerá suspendido en el aire durante unas horas, pero en cuanto te despiertes por la mañana, volverá a caer estrepitosamente sobre ti.
La ventana está abierta, te sientas sobre el alféizar. Quizás con un cigarrillo entre los dedos o una taza caliente sobre tu regazo. Te paras a pensar y te percatas de que el día se ha ido y que nunca habrá otro igual. Fuerzas una sonrisa, no ha sido un mal día después de todo. Reflexionando llegas a la conclusión de que si ése hubiera sido tu último día sobre la faz de la tierra, estarías terriblemente arrepentido. Te consuela saber que no lo ha sido; aún te quedan horas, semanas, meses para alcanzar tus metas, convertir en realidad tus anhelos, tus sueños. Años para realizarte como persona. Pero lo cierto es que ambos sabemos que, en el fondo, siempre pertenecerás al club de la postergación.

Hay cosas que desearías haber dicho o hecho, pero no, mañana. Un día más no va a cambiar nada. Lo repites en tu cabeza una y otra vez, autoconvenciéndote de algo que es mentira. Estás inquieto. Tienes toda la vida por delante... o quizás no. Puede que ese sorbo de café haya sido el último, quién sabe si será su amarga calidez la que acompañe tu último suspiro.
La fría brisa estival atraviesa el silencio de la noche. Las contraventanas emiten un crujido de queja al balancearse con el viento. Tu piel se eriza levemente.
Inhalas lentamente el humo del cigarrillo, recreándote en cada movimiento de tu cuerpo. Sacudes la cabeza, deshechando la maraña de ideas que han ido surgiendo, como malas hierbas, en tu mente.

Es mejor creer que te queda más tiempo, aunque simplemente sea para dejarlo pasar.

tissu de mensonges.

martes, 19 de julio de 2011
Se acomodó entre el colchón y el grueso edredón. La tela negra de éste contrastaba con el pálido tono de su piel, dándole una apariencia aún más lechosa. Miró el reloj; no habían pasado ni cinco minutos desde la última vez que le había echado un vistazo.

Cansada de esperar a que el sueño viniera a buscarla, se levantó de la cama, caminando sobre la punta de sus dedos. Las baldosas que componían el suelo parecían haber retenido todo el frío del invierno, y el contacto provocaba en ella escalofríos constantes que, a pesar de su violencia, no lograban detener su baile improvisado. En la habitación reinaba el silencio más absoluto. No había notas que inundaran la estancia. No existía ninguna melodía que marcara el ritmo que debían seguir sus movimientos. ¿Cómo lograba sostener sus pasos? La respuesta se encontraba en su mismo rostro. Mantenía los ojos cerrados y sus labios dibujaban una sonrisa con un deje de nostalgia. Su semblante tenía un aspecto relajado. Todo esto eran síntomas de una única posibilidad: esa melodía aparentemente inexistente sonaba en su cabeza.

Dos pasos, petite cabriole, cou de pied derrière y se encontraba ya en el centro de las cuatro paredes. Dio tres vueltas sobre sí misma y su pijama ondeó en el aire. Se paró en seco, paralizada. Por un momento, había llegado a sentirse como una marioneta, como una de aquellas muñecas de trapo con las que pasaba las horas durante su más tierna infancia. Sonrió forzadamente al darse cuenta de lo irónico que era aquel pensamiento. Irónico, porque, en parte, era cierto.
Su voluntad estaba desgastada, sus costuras desgarradas... y cuando los tirones de la vida la zarandeaban con demasiada fuerza, cedía a la presión y se iba descosiendo cada vez un poco más. Era manipulada, evidentemente. Controlada estrictamente por un ente superior.

Si tan solo fuera capaz de olvidar su realidad por un momento... le otorgaría valor a las cosas por su significado, y no por su nombre, aspecto o procedencia. Dormiría sin tener miedo a soñar. Y es muy probable que comiera chocolate más a menudo. Saltaría hacia el cielo, lo más alto posible, sin temer caer de bruces. Jamás odiaría, jamás. Y si en algún momento ocurriera, sencillamente esperaría a que el sol saliese y derritiese esa gelidez, ese hielo al que llaman odio. Cada noche, le ofrecería sus danzas a la luna y no descansaría hasta igualar con ellas la belleza de una flor. Viviría en un enamoramiento constante y viajaría, recorriendo el mundo, para convencer a todos de que el amor no conoce el envejecimiento, y que éste sólo aparece cuando el amor ya se ha ido. Recordaría con cada pérdida que nadie muere mientras permanezca en la memoria de alguien. Y nunca, nunca, nunca querría alcanzar la cima, porque la felicidad se encuentra escalando.

Abandonó esa ensoñación a trompicones y fijó su mirada en el reflejo del espejo. Se topó con una mujer de cabellos y ojos oscuros. Pero más allá de aquellas características sólo pudo ver un ser inmensamente triste.

expressions imagées.

lunes, 18 de julio de 2011
Estiró el brazó y le tendió su mano, como ella exigió. Su mano curtida, no tanto por el maltrato de los cabos y las poleas, sino por tantas caricias imaginadas, temblaba. Abrió su puño y volvió a cerrarlo reciamente al notar el leve roce de un papel. Se preguntó qué sería, quizás una servilleta o una carta. Quizás una carta sobre una servilleta.
Lo que supo con certeza nada más ver aquella caligrafía caótica, era que esas palabras harían de su persona alguien totalmente diferente. La mayoría de las letras habían sido escritas sobre el papel con un trazo firme y seguro, pero algunas de ellas formaban palabras titubeantes. El papel, maltratado y desgastado por el roce contínuo, no parecía capaz de poder soportar por más tiempo el peso de lo que en él estaba escrito. Al leerlo, tuvo la sensación de que éste le gritaba los más profundos pensamientos, las reflexiones más recónditas de aquella mujer de aspecto melancólico que ya se perdía tras la esquina de la calle ocho.


"Nunca somos iguales, al menos no por mucho tiempo. Tómate como ejemplo: ahora mismo estás cambiando por dentro. Cada una de estas palabras dirige y establece tu rumbo. No eres más que una marioneta, porque te dejas llevar por mí. Soy consciente de mi poder. Soy consciente de la influencia que en ti causa cada una de estas letras. Así que léelas atentamente:
Los dolorosos golpes que he sufrido a lo largo de mi vida me han enseñado algo. No puedo mantenerme quieta y crecer recta, no comprendo la estabilidad. La mutabilidad del universo es algo innegable, es demostrable por cada universo que resiste al tiempo y se altera y se mueve para no ser atrapado.

Por eso te pido que vivamos todas las vidas, no nos estanquemos en lo que somos. Hoy puedo decirte que te amo, pero quizás mañana no."

still hidden.

domingo, 17 de julio de 2011
Me gustaría narrarte toda mi historia, para que por fin pudieras comprenderme. Pero, por mucho que lo oigas decir, una historia como la mía no se cuenta sólo con palabras. Sencillamente para situarte, tendría que hablarte de mi sombra, que ha dejado de pisar mis talones. De mis epitafios y de esas palabras que jamás debí decir, pero que escaparon de mis labios. También de mis heridas, aún sin cicatrizar y encendidas. De mi piel, siempre caliente, y de mis huellas. Las que he ido dejando, y las que han dejado en mí.
Del tiempo que ha pasado, de las horas, los días, los meses que otra voz me hizo perder.
Tendría que hablarte de mi ausencia presente, del reflejo en el que fui difuminándome lentamente hasta convertirme en una copia de mi misma. Del anónimo silencio en el que me extravié. De los vientos de aquel sueño que hoy me persiguen como un espectro, acusándome de haberlos olvidado.
Tendría que confesarte que lucho por escribirme en una pared nueva y reescribirme en otra piel.
Que no hay nada que desée con más fuerza que escribirme en el olvido de los restos del pasado. Y quiero que salgan de mí todas esas letras que escondí, que oculto bajo mi alma, para por fin poder entregártela en su totalidad.

dreaming, sheets and coffee.

sábado, 16 de julio de 2011
Bien, y, ¿para qué?
Para morir ahora, cuando aún estoy a tiempo, y que no me duela tanto tu ausencia. Para salvar lo que en mí ya no puede salvarse, Para sentir el eterno paso del tiempo, que avanza despacio, porque no tiene prisa.
Al abrir los ojos en mitad de la noche, tengo una curiosa percepción sensorial, una sensación de nitidez extraordinaria y te veo. Sí. Silente en mitad del silencio más misterioso. Te estaba esperando aquí, sencillamente aquí. O allí, que es lo mismo.
Como ves sigo una línea de inconsistencia consistente. Y tú debes seguirme. Sígueme, porque he hayado el camino que me llevará hasta donde estés. Te propongo que nos encontremos en el limbo de la conciencia. Un límite entre mundos; allí te veré y me verás y nos veremos. En este corredor angosto detrás de esa avenida oscura. Un lugar desconocido, olvidado, ignorado por todos. Menos por ti, menos por mí.

shadow of a journey.

viernes, 15 de julio de 2011
En este lugar la multitud lo es todo, pero es tarde y ya no queda nadie. Quizás se deba a eso este aire melancólico que lo envuelve todo. Me aventuro sola por los anchos corredores flanqueados por escaparates apagados, dormidos.
En este lugar la soledad normalmente fallece, pero esta noche cobra vida y ha decidido acompañarme. En mi boca, un sabor etéreo de viaje y en mis labios, restos de tus besos.
Comienza el periodo más largo que vamos a pasar sin vernos. Es duro, ahora es cuando más te echo de menos y cuando más me dueles. Porque ahora es cuando los resquicios de tu aliento, de tu olor que impregna mi piel, del sonido de tu voz que resuena aún en mis oídos, no se han desvanecido del todo. Es una trampa cruel, parece que estés cerca. Y parece que todo se cae por su propio peso, pero no es cierto; soy fuerte. Somos fuertes.

Me asomo a la ventanilla y sólo veo un extenso campo de nubes esponjosas de un blanco deslumbrante que constrasta con el cielo de ébano. Tengo que encogerme ligeramente, doblar la espalda en el ángulo correcto y puedo ver la luna. Llena, dominante en el centro de la bóveda celeste. Rodeada de un aura de misterio y tristeza.
Si alguien me hubiese dicho ésta mañana que al final del día estaría a distancia suficiente para rozar el firmamento con la punta de mis dedos, lo habría creído, pero, desde luego, no en un sentido literal.

Todo para nada. O todo para todo, que es lo mismo. Una lágrima sortea mi autocontrol con asombrosa facilidad y escapa de mis ojos cansados. Recorre mi mejilla con lentitud, como regodeándose en su victoria. Finalmente, desaparece más allá de mi cuello. No sabría decir si ha salido de lo más profundo de mi ser o si está adéntrandose en él ahora mismo. Quizás sea un ciclo circular, infinito. Sí, estoy segura de que lo es.

Ya ha pasado una parte del periodo más largo hasta volver a verte mientras escribía estas líneas. Es cierto, aún falta mucho para que ocurra, para poder estrecharte entre mis brazos. Pero no me importa esperar ese momento; ahora ya está unos minutos más cerca.

traveling through,

domingo, 10 de julio de 2011
Hace un par de noches soñé que viajaba en un tren a ninguna parte. Avanzaba traqueteando bajo un cielo completamente encapotado que lloraba agua. Atravesaba en su incansable recorrido yermas llanuras carentes de vida. Consternada por la desolación del paisaje e ignorando el destino, pasaba el rato observando a los pasajeros que compartían el viaje en mi vagón.

Una joven miraba con apatía a un borracho y escuchaba desinteresada su discurso. El hombre parecía perdido. Ella parecía muy sola. A su lado, una niña de unos seis años insistía empecinada en averiguar cuánto faltaba para llegar a Nunca Jamás. En una esquina estaba acurrucada una mujer avanzada en edad; rezaba a Dios en silencio. Me pregunté en qué consistirían sus plegarias. Mientras tanto, en el otro extremo, una embarazada dirigía sonrisas tímidas al empresario del rincón, pero él fingía no percatarse.

Como si de una revelación se tratase, pasé de no entender nada a entenderlo todo en cuestión de un segundo. Ya no quería saber adónde nos dirigíamos. Me limité a permitir que mis párpados cayeran, dejando que me meciera el movimiento acompasado de la máquina. Sentí que era lo único que atenuaría el tedio del viaje.

Cuando me desperté, me asaltó la sensación de que aún no me había bajado de aquel tren. Por esa razón te besé en los labios y sin decir nada, te pedí que, por favor, amenizaras la espera.

demons.

jueves, 30 de junio de 2011
Búscame y me verás callejeando por la ciudad de la furia. Nadie más sabe de mí, no soy parte de nada. Nada va a cambiar, o al menos eso siento. No quedan fábulas a las que acogerse ahora que he llegado a mi repentino destino. La realidad que me envuelve es tan cruda y nítida que los cuentos son innecesarios. La violencia de este sentimiento es mi realidad. La violencia me convierte en un ser alado y como todo ser alado, echo de menos la tierra. Añoro la noche.
Se derriten mis alas con el calor de este sol. Veo el temor que provoca mi comportamiento en vuestros ojos. Pero no me arrepiento. La noche me protege, encubre mis actos, se mimetiza conmigo y yo con ella.
Vivo y me fusiono con la ciudad de la furia. Me deja dormir hasta el amanecer en sus callejones y avenidas. Sabe ocultarme bien y hacerme desaparecer entre la niebla. Aquí todo es posible.

transparent grip.

lunes, 27 de junio de 2011
Aunque no me sientas, estoy a tu lado observando cómo te pierdes entre el viento. Le susurro palabras que permanecen ignoradas por falta de fuerza. Estoy aquí mismo, contemplando los detalles, admirándolos, devorándolos, mientras la tarde muere. Oculta en el ocaso idílico del color de tus ojos, creando más frases de palabras encadenadas que en solitario no tendrían sentido. Más poesía, más cavilaciones para podértelas entregar.

Aunque no me sientas, estoy a tu lado aguardando entre esos dulces silencios en los que el agua fluye y se detiene el tiempo. Al caer la noche y al despuntar el alba, cuando huye el sol y al llover el día. Y al llover la vida.

Aunque no me sientas, estoy a tu lado. Estaré a tu lado en cualquier momento. Si tú me lo pides, yo me quedo.

bluntness.

domingo, 26 de junio de 2011
Los sonidos empiezan a tomar formas precisas. Las sombras bailan vertiginosamente con el fin de hacer palidecer lo obsoleto del momento. Es una danza turbulenta, pero sistemática. En el más profundo caos de mi interior sólo hay algo que permanece quieto, estable.

¿Es cuestión de tiempo que empiece a tambalearse?

the memory is cruel.

jueves, 23 de junio de 2011
Se sienta en el suelo, que parece estar hecho del más gélido hielo, y saca un libro de aspecto pesado del bolso. Lo abre, abatida, y mira un mapa. Está agotada; no ha dormido en toda la noche y el día no ha hecho más que empezar. Otro de esos días grises y fríos en los que el destino parece reírse de ella. Preferiría no haberse levantado de la cama y seguir entre las sábanas, soñando. Los minutos pasan lentos, arrastrando cada segundo con esfuerzo. Poco a poco, comienzan a llegar personas. Vienen y van frente a ella. Algunas se sientan a su lado, tratan de hablarle. Pero lo que no saben es que está oculta tras una densa cortina invisible. La hace inmune a las lánguidas palabras que le dirigen. Está demasiado abstraída como para prestar atención a las vácuas conversaciones de pasillo o al mapa que debería estar estudiando.

Un sonido agudo la saca de su ensimismamiento y la cortina desaparece temporalmente. Se levanta con dificultad, tiene las piernas entumecidas. Le esperan siete horas de cátedra incesante en las que dejará a su mente divagar libremente por parques lejanos. Una palabra que recuerda la hace sonreír inconscientemente. Ya han pasado varias semanas, pero ella sigue estremeciéndose al recordar aquel instante. Trata de desentrañar lo que pasaba por su mente, de descubrir cómo ocurrió exactamente... de encontrarle sentido. Pero es inútil. La única opción viable es volver a cerrar los ojos y recrear nuevos susurros.

Suspira y se apoya en la mesa, su entorno parece haberse vuelto aún más gris y apagado. El día sigue su curso inalterable, al ritmo de una canción antigua, pincelado por una ligera monotonía azul. Cae la noche y al acostarse en su cama, imagina su olor, el tacto de su mano. Se aferra a la idea de que lo que realmente merece la pena no llega de repente, pero no la consuela en absoluto.

Se sienta en el suelo. El pasillo no ha cambiado desde el día anterior. La misma gelidez, las mismas voces, las mismas caras, el mismo sonido agudo. Decaída, se deja arrastrar por la monotonía triste que la rodea.

moonsplash.

A pesar de la fecha, las noches se me hacen frías. Muy frías. A través de la ventana abierta, observo una pequeña parte del mundo y veo como en el edificio contiguo la última lámpara se apaga. La oscuridad consume el brillo mortecino de la luna que espera, tímida en el cielo, a que el sol venga a buscarla.
Un viento débil apenas perceptible, saca a bailar a las hojas de los árboles. Cada vez que una de ellas cae, el frío aumenta en silencio. El mismo viento parece robarme las palabras; mis papeles escritos salen volando, se alejan y se pierden.

¿Qué queda de mí sin mis palabras?

undressing words.

martes, 21 de junio de 2011
Es tan fácil como respirar. Tanto que me quedo quieta y callada, y creo encontrar mi mirada en tus ojos. Creo sentir que caigo, que me hundo, y a la vez creo sentir lo estático del aire.
Es tan fácil como viajar a las nubes, o a Plutón. Como arrancarme mis marcas y mis fantasmas y la sombra helada de ese recuerdo que recorre mis venas.
Resulta tan fácil como regalarme una mañana, como borrar mis tempestades y contarme historias de barcos y corsarios sumergida en la bañera.
Resulta tan fácil como hacernos compañía en esta soledad conjunta hecha de encuentros fugaces y casualidades insólitas.
¿De verdad es tan fácil?

growing pains.

domingo, 19 de junio de 2011
"La superficie se aleja lentamente. Las tinieblas se van tornando más densas. La temperatura disminuye. El frío muerde mi cuerpo. Su mano de hierro acaricia mi piel. Me hundo. La luz corta los ángulos del hielo y va dejando paso a la oscuridad más absoluta. El silencio es pesado. Algunas burbujas, las últimas, escapan de mi boca y de mi nariz. Mis pulmones vuelven a llenarse dulcemente. Mi corazón se apacigua dulcemente.
Muero.
Desde la semi-inconsciencia contemplo esa muerte. No tengo miedo. La estoy esperando. Finalmente... una luz brillante. Me ciega. Ruido, demasiado ruido. El dolor regresa. Una vez más. El mismo que me había dejado. Gente en movimiento. Su agitación se apodera de mí. Y ese dolor que palpita. Ese dolor me apuñala. Bajo mis piel la sangre golpea mis sienes frenéticamente. Mi organismo lucha por sobrevivir. Me pesan los párpados. Pesan sobre mis ojos como dos piedras."

dozy thoughtfulness.

martes, 7 de junio de 2011
En la cara de las horas de silencio y soledad, miro vacíamente a través de la estrecha habitación. Profundamente arraigada en pensamientos lejanos me aborda la consciencia. Por fin el papel deja de ser blanco:

Pour toutes les fois où je n'ai pas parlé.
Pour tous les regards éblouissants dont je fus témoins, et n'ai jamais osé le dire.
Tous les sourires, les rires. La beauté cachée, innommée.
Pour bien plus,
je veux te dire, Mme. l'Étrangère,

Tu est belle.

unearthly circumstances.

miércoles, 1 de junio de 2011
Hay dos tipos de personas.
Hay gente que es como el agua. Si es necesario, pueden transformarse en hielo, impenetrables. Pero no tardan en derretirse y continuar su fluir eterno.
Hay gente que es como el fuego. Arden en una llama enorme, arrastrando a su vez una enorme influencia. Pero no tardan en extinguirse, dejan de existir incluso en los recuerdos.

Luego aparecen subcategorías:
Hay quien encuentra el amor por la mañana con una taza de café en las manos.
Hay quien cierra los ojos para no ver, y hay quien los cierra para no ser visto.
Hay quien grita promesas al viento huracanado desde lo alto de un precipicio al borde del mar.

Me pregunto qué seré yo. ¿Puede arder el hielo? ¿Congelarse una llama?
No tengo el placer de poder toparme con el amor nada más despertar, cuando el aroma a café inunda la estancia.
No soy cobarde. No creo que cerrar los ojos solucione nada.
Lo que sí soy es idiota. Bramo palabras en mitad de la nada esperando que recibas mi mensaje. Ingenua de mí... ¿Qué soluciona gritarle al viento?

cold and cosy.

lunes, 30 de mayo de 2011
Hoy, la mañana ha llegado con paso sereno, vestida con un manto gris de quietud apacible. Me ha encontrado dormida profundamente sobre mi cama y, aunque yo no me encontraba conscientemente conectada a los sentidos que me permiten percibir el mundo, soy capaz de recordar que permaneció de pie bajo el umbral de la puerta. Después vino a sentarse con mucho cuidado a mi lado y pasó sus dedos por mi cabello suavemente. Parecía que disfrutase viéndome dormir de esa manera.
Paulatinamente, ese aterciopelado torrente de calma fue transformándose en una sensación de desasosiego, de pérdida, que fue llenando mi razón hasta que desperté finalmente. Abrí los ojos con lentitud, notaba los párpados pesados y adormecidos. Lo primero fue mirar por la ventana: el sol se levantaba perezosamente de su lecho de algodón rosáceo. Recorrí la habitación con la mirada, buscando aquello que sentía haber perdido.
La luz me impide ver bien.

partying of the sensory.

domingo, 29 de mayo de 2011
Paseaba por la orilla a media mañana. Densas nubes grises obstruían el paso de la luz, y la playa hubiera estado completamente vacía si no hubiese sido por mí. Las olas rompían, como suele ser habitual, e intentaban alcanzar mis pies (se trata de una especie de juego secreto entre el océano y yo). El mar se agitaba con violencia, el fuerte viento revolvía mi pelo y la lluvia empapaba mis gafas.

Llevaba una libreta en el bolsillo del pantalón. Una libreta pequeña, vieja, llena de una esencia que hacía mucho que había dejado de ser la mía. Me senté sobre la arena y coloqué el cuaderno sobre mi regazo. Comencé a hojearlo y una sonrisa torcida surgió de mis labios. Una a una, empecé a arrancar las páginas surcadas de tinta. Las gotas que caían acariciaban su superficie, transformando las palabras en pequeños ríos negruzcos que atravesaban las hojas verticalmente. Doblé una de ellas hasta darle la forma de un pequeño barco. Lo mismo hice con las sesenta restantes; contaba con una pequeña flota de recuerdos del pasado listos para zarpar.

Los cogí todos con delicadeza y me aventuré hacia el agua helada. Noté como cortaba la circulación de mis piernas. Cuando cubría la mitad de mi cuerpo me detuve y fui posando los barcos uno tras otro sobre la inestable superficie. Permanecí quieta mientras observaba como algunos se alejaban mientras otros se hundían.

Me gusta pensar que alguien que se encontrara con alguno, tendría una parte de mí, aunque haya dejado de ser mía.

ineluctable.

sábado, 28 de mayo de 2011
En mayo, los colores grises y azules brillan de forma especial.
Cuando me he despertado bajo el edredón de verano, me han asaltado reminiscencias de mi último sueño. Narrándolo en alto, me escuchaba con admiración. Ojalá pudiera habérselo contado a Keiko.
Esta mañana, la niebla cubría la carretera y acariciaba los árboles del bosque, haciendo palidecer sus verdes. Sin embargo, el agua del lago refulgía.
Los últimos días están siendo de colores cambiantes, y yo voy saltando de rama en rama, sin tener muy claro a dónde tengo que ir.
Tarareo tranquilamente unas palabras mientras hago equilibrismo sobre el muelle...

"Atarashii michi wo sagase
hito no chizu wo hirogeru na"

afraid it's true.

miércoles, 25 de mayo de 2011
Contra el cielo enrojecido planean con parsimonia pájaros de última hora. Hace calor, pero a quién le importa… Lo único que merece mi atención es el crepúsculo encendiendo estrellas, haciéndolas brillar con ese fulgor raro.
Calladamente pienso en todo lo que habrá ocurrido para confluir con naturalidad en esto. No puedo evitar preguntarme qué combinación de hechos nos ha unido. Es posible que alguien haya tenido que morir en algún lugar lejano del mundo solamente para que yo haya podido dedicarte una mirada.

no inspiration.

lunes, 23 de mayo de 2011
La luz del sol inunda mi cocina, es cálida y acogedora. Me ayuda a respirar. Me pregunto si estarás haciendo reír a alguien.
Los árboles bailan mecidos por el viento al otro lado de la ventana. Me pregunto por qué. ¿Por qué no estás conmigo?
El mar está en calma cuando la noche es oscura,y las luces se reflejan, saltan desde el cielo. Y me pregunto si veremos a la luna cuando se marche.

"The sun, the trees, the moon, the sea, the clouds above hang over me"

teenage kicks.

jueves, 19 de mayo de 2011
La alegría crece en su interior. La siente, una energía cada vez más intensa en el pecho. Empuja las comisuras de sus labios hacia arriba. Ilumina sus ojos.
Bajo sus pies desnudos siente el césped, suave. Las mangas de su camisa están desgarradas. Tiene barro en la cara, en los brazos, en la ropa... y su pelo baila con el viento. Su rostro refleja una euforia tan perfecta como un alma. Para eso están las almas, ¿no? En los corazones y las mentes es donde se encuentran las partes oscuras.
Su cabeza se inclina de nuevo hacia atrás, hacia el cielo. La acaricia la lluvia con su frío tacto. Se mezcla con sus lágrimas y ríe.

lingering on.

miércoles, 18 de mayo de 2011
En silencio, en silencio. De puntillas alrededor de los susurros. Encuentra el amor bajo el fregadero de la cocina o más allá del contador de la luz. Detrás de los besos de papel y entre los pliegues de tu ropa.

Busca en las flores y en los árboles, en el zumbido de las abejas. En el último recoveco de la última catarata del Amazonas. Encuentra respuestas en lo desconocido y en las curvas discontinuas dibujadas en una hoja sin líneas. Encuéntrame esperando sobre las hojas de té en el fondo de tu taza o bailando de un lado para otro durante la combustión completa de un hidrocarburo.

Soy esa energía cinética perdida, convertida en calor. Esa energía potencial perdida, convertida en sonido. Soy ese agujero negro que traza el límite de una asíntota. Y el agujero blanco de un programa de televisión antiguo.

Encuéntrame si quieres. Estaré esperando.

gamboche preludes.

martes, 17 de mayo de 2011
Hoy, sin razón aparente, me detuve en mitad del pasillo y me limité a observar el piano, negro y elegante en su rincón. Entonces, entré en la habitación y me senté delante. Tras varios minutos pasé una mano por encima del suave barniz negro. Levanté la tapa y con sumo cuidado doblé la tela roja.

Ochenta y ocho teclas. Infinitas variaciones. Menores, mayores, disminuidos, aumentados.
Los tonos de la vida.
Adagio, presto, legato, staccato.

Cerré los ojos, suspiré profundamente antes de colocar mis dedos sobre el marfil, prácticamente etéreo bajo la yema de mi índice. Mi cuerpo se relaja. Llevaba tanto tiempo sin tocar... Presioné hacia abajo, muy lentamente, casi parecía un beso. Sentí el temblor del martillo acolchado golpeando una de las cuerdas de sus entrañas. Una nota delicada, perfecta, sostenida. Comenzó a surgir una melodía que creía olvidada.

No me daba cuenta de estar tocando, me dejaba llevar por la música que, inconscientemente, salía de mi interior y que sólo podía compartir con él. Mis dedos, mi mente, mi corazón, todo era una sola cosa. El preludio en fa menor de Bach se escapaba de mi alma como un profundo sollozo. ¿Cómo había sido capaz de olvidar que no hay belleza más pura?

Me balanceaba con suavidad y, mientras, mi noción del tiempo iba desvaneciéndose, imitando el sonido de las notas. No recordaba que pudiera controlar así mis manos, no recordaba esa flexibilidad. Esa vertiginosidad en mis dedos. Esa sensación de frenesí que me envolvía como un manto de noche, sumiéndome en lo más profundo de mi ser. Solos yo y él.
El sonido me acrisola, elimina todo lo malo. Transforma emociones en sonidos, pensamientos en sonatas. Me ayuda a expresarme en una lengua que se me da mejor hablar. Una lengua imposible de ser malinterpretada.

Me atrapa, me engulle. Me dejo llevar por él, no quiero resistirme. Cada segundo que pasa la melodía se vuelve más compleja, más acelerada, más brusca, pero no por ello menos hermosa. Me inclino con furia, lloro con él humedeciendo mi piel. Golpeo las teclas que vibran con mi misma intensidad. El piano me toca a mí.
Poco a poco estoy empezando a formar parte de él. Mi cuerpo se está evaporando. Pronto sólo quedará mi esencia y, por fin, habré alcanzado la más absoluta perfección.

XV.

lunes, 16 de mayo de 2011
"Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca."
Caía la tarde y cambiaban las sombras. Y era cierto, callaba y mientras yo leía. Me temblaba la voz. Pero, ¿la tocaba mi voz?
Nuestros ojos se encontraron y durante unos segundos pareció que el mundo se parase. Me di cuenta de que se había resignado a quererme. Al menos un poco.
El viento silbaba entre los árboles, alternando su dirección una y otra vez. De norte a sur, como inseguro. Frío, mordía mis antebrazos desnudos, erizando mi piel. Pero estaba demasiado absorta como para percatarme. Y si lo hice, no le di importancia. Ella miraba las nubes blancas y pastosas que se deshacían rápidamente.
Cualquier decisión difícil es fácil de tomar, sin embargo las consecuencias están ahí, aguardando. Todo desenlace tiene su probabilidad.
Lo cierto es que me arriesgué y mis labios tocaron los suyos. Primero una vez, y luego otra.
¿Cuándo dejó de importar el número?

resigned melancholy.

viernes, 13 de mayo de 2011
Soy ceniza cayendo, siguiendo un patrón caótico llamado vida, bailando en las llamas de los celos y volando en las olas del azar. Soy la punta de un dedo siguiendo trazos invisibles en la parte posterior de mi mano y causando ligeros escalofríos en mi cuerpo.
Soy una bomba que estalla y crea un alegre infierno mientras el desastre azota. También soy esa persona que reconstruye lo que fue destruido en el fuego de nuestra locura.
Soy una idea que clava sus garras en tus pensamientos y se niega a liberarte de su férreo control sobre tu realidad.
Soy... Soy...
Soy un hueso roto, un corazón roto y una vida rota intentando contener las lágrimas mientras busco, sin éxito, una cura.
Soy un alma perdida, cansada y hambrienta que sólo pretende vivir un día más, continuar sobreviviendo.
Soy una mente difusa y esa persona difusa que no parece saber ordenar las piezas rotas de su pasado.
Soy humana.
Y parece que mi humanidad me ha alcanzado finalmente.