cold and cosy.

lunes, 30 de mayo de 2011
Hoy, la mañana ha llegado con paso sereno, vestida con un manto gris de quietud apacible. Me ha encontrado dormida profundamente sobre mi cama y, aunque yo no me encontraba conscientemente conectada a los sentidos que me permiten percibir el mundo, soy capaz de recordar que permaneció de pie bajo el umbral de la puerta. Después vino a sentarse con mucho cuidado a mi lado y pasó sus dedos por mi cabello suavemente. Parecía que disfrutase viéndome dormir de esa manera.
Paulatinamente, ese aterciopelado torrente de calma fue transformándose en una sensación de desasosiego, de pérdida, que fue llenando mi razón hasta que desperté finalmente. Abrí los ojos con lentitud, notaba los párpados pesados y adormecidos. Lo primero fue mirar por la ventana: el sol se levantaba perezosamente de su lecho de algodón rosáceo. Recorrí la habitación con la mirada, buscando aquello que sentía haber perdido.
La luz me impide ver bien.

partying of the sensory.

domingo, 29 de mayo de 2011
Paseaba por la orilla a media mañana. Densas nubes grises obstruían el paso de la luz, y la playa hubiera estado completamente vacía si no hubiese sido por mí. Las olas rompían, como suele ser habitual, e intentaban alcanzar mis pies (se trata de una especie de juego secreto entre el océano y yo). El mar se agitaba con violencia, el fuerte viento revolvía mi pelo y la lluvia empapaba mis gafas.

Llevaba una libreta en el bolsillo del pantalón. Una libreta pequeña, vieja, llena de una esencia que hacía mucho que había dejado de ser la mía. Me senté sobre la arena y coloqué el cuaderno sobre mi regazo. Comencé a hojearlo y una sonrisa torcida surgió de mis labios. Una a una, empecé a arrancar las páginas surcadas de tinta. Las gotas que caían acariciaban su superficie, transformando las palabras en pequeños ríos negruzcos que atravesaban las hojas verticalmente. Doblé una de ellas hasta darle la forma de un pequeño barco. Lo mismo hice con las sesenta restantes; contaba con una pequeña flota de recuerdos del pasado listos para zarpar.

Los cogí todos con delicadeza y me aventuré hacia el agua helada. Noté como cortaba la circulación de mis piernas. Cuando cubría la mitad de mi cuerpo me detuve y fui posando los barcos uno tras otro sobre la inestable superficie. Permanecí quieta mientras observaba como algunos se alejaban mientras otros se hundían.

Me gusta pensar que alguien que se encontrara con alguno, tendría una parte de mí, aunque haya dejado de ser mía.

ineluctable.

sábado, 28 de mayo de 2011
En mayo, los colores grises y azules brillan de forma especial.
Cuando me he despertado bajo el edredón de verano, me han asaltado reminiscencias de mi último sueño. Narrándolo en alto, me escuchaba con admiración. Ojalá pudiera habérselo contado a Keiko.
Esta mañana, la niebla cubría la carretera y acariciaba los árboles del bosque, haciendo palidecer sus verdes. Sin embargo, el agua del lago refulgía.
Los últimos días están siendo de colores cambiantes, y yo voy saltando de rama en rama, sin tener muy claro a dónde tengo que ir.
Tarareo tranquilamente unas palabras mientras hago equilibrismo sobre el muelle...

"Atarashii michi wo sagase
hito no chizu wo hirogeru na"

afraid it's true.

miércoles, 25 de mayo de 2011
Contra el cielo enrojecido planean con parsimonia pájaros de última hora. Hace calor, pero a quién le importa… Lo único que merece mi atención es el crepúsculo encendiendo estrellas, haciéndolas brillar con ese fulgor raro.
Calladamente pienso en todo lo que habrá ocurrido para confluir con naturalidad en esto. No puedo evitar preguntarme qué combinación de hechos nos ha unido. Es posible que alguien haya tenido que morir en algún lugar lejano del mundo solamente para que yo haya podido dedicarte una mirada.

no inspiration.

lunes, 23 de mayo de 2011
La luz del sol inunda mi cocina, es cálida y acogedora. Me ayuda a respirar. Me pregunto si estarás haciendo reír a alguien.
Los árboles bailan mecidos por el viento al otro lado de la ventana. Me pregunto por qué. ¿Por qué no estás conmigo?
El mar está en calma cuando la noche es oscura,y las luces se reflejan, saltan desde el cielo. Y me pregunto si veremos a la luna cuando se marche.

"The sun, the trees, the moon, the sea, the clouds above hang over me"

teenage kicks.

jueves, 19 de mayo de 2011
La alegría crece en su interior. La siente, una energía cada vez más intensa en el pecho. Empuja las comisuras de sus labios hacia arriba. Ilumina sus ojos.
Bajo sus pies desnudos siente el césped, suave. Las mangas de su camisa están desgarradas. Tiene barro en la cara, en los brazos, en la ropa... y su pelo baila con el viento. Su rostro refleja una euforia tan perfecta como un alma. Para eso están las almas, ¿no? En los corazones y las mentes es donde se encuentran las partes oscuras.
Su cabeza se inclina de nuevo hacia atrás, hacia el cielo. La acaricia la lluvia con su frío tacto. Se mezcla con sus lágrimas y ríe.

lingering on.

miércoles, 18 de mayo de 2011
En silencio, en silencio. De puntillas alrededor de los susurros. Encuentra el amor bajo el fregadero de la cocina o más allá del contador de la luz. Detrás de los besos de papel y entre los pliegues de tu ropa.

Busca en las flores y en los árboles, en el zumbido de las abejas. En el último recoveco de la última catarata del Amazonas. Encuentra respuestas en lo desconocido y en las curvas discontinuas dibujadas en una hoja sin líneas. Encuéntrame esperando sobre las hojas de té en el fondo de tu taza o bailando de un lado para otro durante la combustión completa de un hidrocarburo.

Soy esa energía cinética perdida, convertida en calor. Esa energía potencial perdida, convertida en sonido. Soy ese agujero negro que traza el límite de una asíntota. Y el agujero blanco de un programa de televisión antiguo.

Encuéntrame si quieres. Estaré esperando.

gamboche preludes.

martes, 17 de mayo de 2011
Hoy, sin razón aparente, me detuve en mitad del pasillo y me limité a observar el piano, negro y elegante en su rincón. Entonces, entré en la habitación y me senté delante. Tras varios minutos pasé una mano por encima del suave barniz negro. Levanté la tapa y con sumo cuidado doblé la tela roja.

Ochenta y ocho teclas. Infinitas variaciones. Menores, mayores, disminuidos, aumentados.
Los tonos de la vida.
Adagio, presto, legato, staccato.

Cerré los ojos, suspiré profundamente antes de colocar mis dedos sobre el marfil, prácticamente etéreo bajo la yema de mi índice. Mi cuerpo se relaja. Llevaba tanto tiempo sin tocar... Presioné hacia abajo, muy lentamente, casi parecía un beso. Sentí el temblor del martillo acolchado golpeando una de las cuerdas de sus entrañas. Una nota delicada, perfecta, sostenida. Comenzó a surgir una melodía que creía olvidada.

No me daba cuenta de estar tocando, me dejaba llevar por la música que, inconscientemente, salía de mi interior y que sólo podía compartir con él. Mis dedos, mi mente, mi corazón, todo era una sola cosa. El preludio en fa menor de Bach se escapaba de mi alma como un profundo sollozo. ¿Cómo había sido capaz de olvidar que no hay belleza más pura?

Me balanceaba con suavidad y, mientras, mi noción del tiempo iba desvaneciéndose, imitando el sonido de las notas. No recordaba que pudiera controlar así mis manos, no recordaba esa flexibilidad. Esa vertiginosidad en mis dedos. Esa sensación de frenesí que me envolvía como un manto de noche, sumiéndome en lo más profundo de mi ser. Solos yo y él.
El sonido me acrisola, elimina todo lo malo. Transforma emociones en sonidos, pensamientos en sonatas. Me ayuda a expresarme en una lengua que se me da mejor hablar. Una lengua imposible de ser malinterpretada.

Me atrapa, me engulle. Me dejo llevar por él, no quiero resistirme. Cada segundo que pasa la melodía se vuelve más compleja, más acelerada, más brusca, pero no por ello menos hermosa. Me inclino con furia, lloro con él humedeciendo mi piel. Golpeo las teclas que vibran con mi misma intensidad. El piano me toca a mí.
Poco a poco estoy empezando a formar parte de él. Mi cuerpo se está evaporando. Pronto sólo quedará mi esencia y, por fin, habré alcanzado la más absoluta perfección.

XV.

lunes, 16 de mayo de 2011
"Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca."
Caía la tarde y cambiaban las sombras. Y era cierto, callaba y mientras yo leía. Me temblaba la voz. Pero, ¿la tocaba mi voz?
Nuestros ojos se encontraron y durante unos segundos pareció que el mundo se parase. Me di cuenta de que se había resignado a quererme. Al menos un poco.
El viento silbaba entre los árboles, alternando su dirección una y otra vez. De norte a sur, como inseguro. Frío, mordía mis antebrazos desnudos, erizando mi piel. Pero estaba demasiado absorta como para percatarme. Y si lo hice, no le di importancia. Ella miraba las nubes blancas y pastosas que se deshacían rápidamente.
Cualquier decisión difícil es fácil de tomar, sin embargo las consecuencias están ahí, aguardando. Todo desenlace tiene su probabilidad.
Lo cierto es que me arriesgué y mis labios tocaron los suyos. Primero una vez, y luego otra.
¿Cuándo dejó de importar el número?

resigned melancholy.

viernes, 13 de mayo de 2011
Soy ceniza cayendo, siguiendo un patrón caótico llamado vida, bailando en las llamas de los celos y volando en las olas del azar. Soy la punta de un dedo siguiendo trazos invisibles en la parte posterior de mi mano y causando ligeros escalofríos en mi cuerpo.
Soy una bomba que estalla y crea un alegre infierno mientras el desastre azota. También soy esa persona que reconstruye lo que fue destruido en el fuego de nuestra locura.
Soy una idea que clava sus garras en tus pensamientos y se niega a liberarte de su férreo control sobre tu realidad.
Soy... Soy...
Soy un hueso roto, un corazón roto y una vida rota intentando contener las lágrimas mientras busco, sin éxito, una cura.
Soy un alma perdida, cansada y hambrienta que sólo pretende vivir un día más, continuar sobreviviendo.
Soy una mente difusa y esa persona difusa que no parece saber ordenar las piezas rotas de su pasado.
Soy humana.
Y parece que mi humanidad me ha alcanzado finalmente.

natural disaster.

jueves, 12 de mayo de 2011
Eres una avalancha, arrastrándome velozmente por las colinas de suave rocío matinal y sueños olvidados. Me llevas bajo tu manga de piel helada y huesos de nieve.
Pero me has enseñado que estando en lo alto de una montaña, la única dirección que puedes seguir es hacia abajo.

Eres un huracán, inundándome con mentiras y creando olas de palabras bonitas. Susurrándome todo lo que quiero oír, pero queriendo decir todo lo que yo no quiero escuchar. Eres como la ilusión del ojo de un ciclón; la calma del centro hasta que pasa.
Pero me has enseñado que el centro de nuestros corazones y pulmones es donde la presión es más baja y, por lo tanto, donde somos más fáciles de herir.

Eres un tornado, azotando con su inicio los lugares más inesperados, pero sabiendo exactamente dónde está su meta. Echando abajo mi armadura destrozada por las sacudidas, convirtiendo mi sangre en viento mezclada con los restos de la última chica en la que confiar. Eres lluvia helada atravesando los muros de nubes cerradas, apurando cada respiro como si fuera el último.
Pero me has enseñado que, a veces, el daño puede hacerse antes de que nos de tiempo a temerlo.

Eres un terremoto, haciendo temblar mi interior y esbozando grietas entre la realidad y mis ilusiones, confundiendo la frontera que las separa. Realizando ese corte que no puede arreglarse con una tirita. También eres aire cargado con humo, haciéndome imposible ver lo que son mis sueños y lo que podrían llegar a ser.
Pero me has enseñado que es cierto: la hierba es más verde desde el otro lado.

Eres una tormenta eléctrica, cargada positivamente con rayos y lluvia y nubes tan negras como el mismo lignito. Obturando las estrellas inexistentes y el existente amor, repitiendo el eco que yo misma creo advertir.
Además de eso, eres el ardor de una fuerza superior cercenando mi pecho en un área designada. Eres el sonido de los truenos retumbando sobre mis oídos en un intento por conciliar el sueño, mascullando la no mencionada, no escuchada, no deseada verdad que he estado evitando.
Pero me has enseñado que, a veces, lo mejor es mentir.

Eres un tsunami, cubriendo con olas mi cuerpo helado, explorando los océanos en busca del vacío final para destruir mi culpabilidad.
Pero me has enseñado que las cosas sólidas no son, ni mucho menos, las que más dolor causan.

Eres un desastre no natural con intenciones lacerantes.

intrinsically aware.

martes, 10 de mayo de 2011
Querida Keiko,

Escribo tu nombre en las paredes de la ducha cubiertas por capas de fino vapor. Te envío cartas a través de las tuberías de mi mente. Soy tan increíblemente ingenua que realmente llego a creer que compartimos un secreto idioma de códigos y señas.

Escribo poesía con pintura transparente en hojas arrancadas de un viejo cuaderno y las escondo en libros de la biblioteca sobre suicidio y flores. Encuentro bonito que alguien pudiera encontrarlas y toparse con el corazón de un extraño o que alguien las leyera y pensara que la agonía puede llegar a ser hermosa expresada con palabras.
Guardo mis secretos entre las teclas de mi piano y los frascos de tinta de mi máquina de escribir.

Tus ojos me recuerdan a aquel día lluvioso que fui a la costa y vi un pato quedando atrapado entre las olas. Intenté meter todo el agua en una taza de té para salvar a aquel pato. La segunda vez que fui, escalé las rocas hasta llegar a un pequeño acantilado. Quería ver el fondo, el profundo final desde una perspectiva más elevada. Veía las olas romper violentamente contra la piedra y deseaba que las olas pudieran llevarme a donde se llevaron al pato.
"It's a silly time to learn to swim, when you start to drown."

Cuando tenía tres años, intenté columpiarme alto, más alto. Hasta que mis pies tocaron las nubes y, fugazmente, vi a Céfiro mirándome a través de los suaves picos del nebuloso cielo. Con una lágrima en su mejilla, empujó mi columpio suavemente de nuevo hacia el pavimento.
Cuando te conté esto mediante nuestro código, golpeaste el suelo y entonces comprendí que, a veces, se nos tienen que arrebatar cosas para que podamos apreciar lo que tenemos. Dejé de odiar al viento.
(Un golpe en el suelo significa "mentirosa")

Ayer observaba a las luciérnagas al otro lado de mi ventana. Bailaban de una forma hipnotizante. Tanto era así, que ni la luna captaba mi atención. Rocié mi habitación con niebla de frutos rojos (creo que las luciérnagas y los frutos rojos tienen que ir de la mano).
Mientras inspiraba, reflexionaba subyacentemente. Me parecía imposible que el mundo girase sobre si mismo, porque, al menos, debería sentir algo. Igual que sentía como respirabas a pesar de estar a cientos de kilómetros.
Me apetecía salir y cazar a las luciérnagas, meterlas en un bote. Esconderlo para poder centrarme en la luna y ver cómo desaparecía en la distancia. Pero mi ventana estaba herméticamente cerrada y mis párpados se estaban derritiendo.

Suspiro y coloco mi mano sobre mi frente, lo que según nuestro diccionario significa "lo siento", pero tú te limitas a golpear el suelo un par de veces más y a dejar un bolígrafo sobre el papel. Entonces me doy cuenta de que no sé cómo suenan tus suspiros y me pregunto cómo es posible sea así.

Escribo tu nombre hasta el final de las paredes de la ducha cubiertas por capas de fino vapor. Obstruyo las tuberías de mi mente con cartas para ti.

Comprendo que es hora de dejar mis estudios sobre nuestros códigos, porque no vas a responder de todas formas.

J.

P.D.: Nunca he sido partidaria de las cartas de este tipo, pero habrás visto que no es una carta corriente. Espero no decepcionarte en ese sentido.

blueberry letters.

lunes, 9 de mayo de 2011
Keiko está gris, sentada sobre el asfalto gris frente a ese gran edificio gris. He tenido la impresión de haber recibido un soplo de su universo, siempre me pasa cuando veo a alguien que quiero.
He visto algunas palabras en latín y sonrisas al atardecer, también tarta de manzana. Es un soplo de escuela secundaria.
Me quedo al otro lado de la calle, bajo el sol poniente y me pierdo un poco. Subo al autobús. Apoyo la cabeza contra el vidrio frío. Abro mi libreta y empiezo a escribir. Una carta para Keiko.

browned off.

En mi cabeza hay azul. Melodías de principios de invierno, cuando tenía ganas de paseos en solitario y misterio. En una parte de mi cerebro, piezas con motivos de mi infancia, amistades cubiertas de polvo en una caja de madera que se agrieta de vez en cuando. Estos últimos días empiezo a ver todo con mucha más claridad.
En este momento me apetece una fiesta campestre y aristócrata, sentarme bajo un sauce o visitar una playa de gravilla.

Estoy descansando como un mapache en mis "archivos", pero lo que quiero es echar a correr con mi ropa desvaída y cantar somewhere over the rainbow, saltar, bailar a lo largo de un camino gris y ocre.

Espero en silencio para poner orden a todo esto. Pero, decídete y dime cuánto voy a tener que esperar.

roaming summers.

sábado, 7 de mayo de 2011
Hace un par de veranos, fui un gato sobre un tejado de cobre caliente. El tejado de una azotea parisina frente a Père Lachaisse tocado por el crepúsculo. Bajé apáticamente hasta el suelo y me recliné sobre los ladrillos rojos. Cerré los ojos, estaba en calma, vivía.
Luego por la noche, cuando el bullicio de los restaurantes de la calle se hubo suavizado, me fui a la cama desnuda, en la boca no tenía más que violeta y amarillo. Creo recordar que quería zumo de limón, azúcar fluyendo en el fondo de mi garganta. Quería lágrimas de alegría sobre mi rostro, besar a alguien desconocido en algún lugar remoto. Eros se me apareció en sueños, me ofreció una sonrisa traviesa y pude dormir bien.
Por la mañana cuando la brisa era fresca, a la hora de los croissants y de los primeros calentamientos de las bailarinas en la Ópera, yo deambulaba por las calles de París, esa ciudad desconocida, pensando en todos esos escritores, todos esos poetas inspirados por los mismos tejados, los mismos parques, los mismos panoramas que yo. Cruzaba el mundo por las avenidas, conocí a la gente, la mitad imaginaria, la otra mitad real.
Tenía los labios rojos por el calor, por el deseo oculto entre los pliegues de mi blusa de muselina blanca. A veces, ralentizando mis pasos, me preguntaba si alguien podía entender la mecánica de mi mente, los rincones insondables de una chica joven. Pero mirando hacia arriba, vi el color del cielo, parecía crema de helado. Volví a ponerme en marcha con una sonrisa en los labios.
La esperanza se encuentra, entre otras, en el hielo en verano y en invierno en la blanca nieve, deslumbrante.

chocolate brick road.

viernes, 6 de mayo de 2011
Me gusta explorar mi imaginación, dejarme llevar por una lectura prohibida, reírme ahogadamente y fingir que nada en particular me hace sonreír. Que soy imperturbable.
Me siento sobre las escaleras de ámbar y miel y observo cómo el sol cae tras el horizonte, exhausto, repartiendo sus últimos rayos de luz que ya languidecen. La noche está llegando, envuelta en terciopelo pero desnuda al mismo tiempo. Mis mejillas enrojecen y mis dientes muerden mis labios con apetito. Es el momento que esperaba, llega la magia negra:
A raíz de las telarañas y las dudas, encuentro mi alijo de felpa y me instalo en las células de sangre de palabras olvidadas. Las velas se han derretido hace mucho tiempo. El sentido de la nada me pone la piel de gallina.
Ahora la noche es negra, negra completamente. Y la mañana será, lo sé ya, confusa.

wormwood.

"Yo soy el dolor de un mal sueño"
Esa frase no hace más que repetirse en su mente. Mañana tendrá que escribir. Ponerse las gafas, chupar levemente la punta de un lápiz. Pensar y suspirar, ponerse de acuerdo. Está dispuesta a levantarse, a ir al parque para ver el nacimiento de un nuevo amanecer, para ver su suave luz acariciando cada piedra y cada brizna salpicada de rocío. Quiere volver a cruzarse con Keiko y charlar con ella. Quizás un rato solamente.
Hace algo de calor y es agradable, la sumerge en un estado de sensibilidad adormecida.
Se pregunta cuál es el color de la angustia. Bueno... es verde. Verde fluorescente, como un ajenjo futurista. No quiere manchar sus días de verde.

just so.

jueves, 5 de mayo de 2011
"En aquella estación estaré esperándote. Pronto... No te creas que voy a intentar aparentar que no significas algo para mí.
Y la semilla de la duda germinará en tu interior. No tardará en extender sus ramas; contaminándote. Y, a pesar de saber todo esto me pregunto si me darás un beso... Que sueño tan disparatado."

Nada más lo he escrito, me dedico a releerlo un par de veces. No siento nada. ¿Debería sentir algo?
La indiferencia... Que mal tan arraigado. Que sentimiento tan cruel. ¿Es acaso un sentimiento? Sería paradójico, ya que la indiferencia, por definición, requiere no sentir nada en absoluto.
Y el hecho de no sentir nada respecto a lo que escribo...¿es malo? Peor es aun que el odio mismo. ¡Desearía notar esa tirria, esa aversión, esa repugnancia! Todo abriéndose paso a través de mi organismo. O, por lo menos, ese beso.
Una sensación, sólo pido eso. Al menos así sabré que sigo viva.

lack of soul.

Miento. Y disfruto mintiendo.
Sin embargo, me gusta pensar que lo hago por necesidad. ¿Por qué miento?
No lo sé. Quizás sí lo sepa, pero no quiera decirlo. He mentido tanto, que he llegado hasta el punto de creerme mis propias mentiras.
Vivo, por lo tanto, con la esperanza de que alguien me "rehabilite". Quiero poder estar con alguien a quien, por instinto, sea incapaz de mentirle.
Vivo, por lo tanto, en un mundo helado. Los ojos abiertos por el hielo. Mi almohada de flores marchitas comprimida contra mi pecho. Sólo un deseo; hallar un Corazón de Té.
El mío. A ser posible.

how things stack up.

miércoles, 4 de mayo de 2011
¿Eres libre?
Tú crees que sí, pero, ¿acaso es cierto?
Piensa en todo lo que ata a un lugar: tu familia, tus amigos, tus sentimientos, tus sensaciones, tus pensamientos, tus recuerdos.
De pequeños tenemos la impresión de que según vamos creciendo, nos vamos volviendo más libres, más independientes. Sin embargo, llega un momento en el que me he dado cuenta de que las responsabilidades se multiplican y la edad se vuelve contra ti.
Si miro en mi interior ahora mismo, tan solo encontraré silencio. Un silencio tan antiguo como mi propia existencia. Un silencio tenso, amargo y desolador.
Sentimos que somos libres, pero yo sé que no lo soy.

fog.

Soy una broma del cosmos. Ya no me cabe duda.
Mientras pedaleo la lluvia me empapa y una sonrisa aflora en mis labios, irreprimible. Una sonrisa absurda, que no tiene lugar. ¿Por qué iba a sonreír?
El aire es cada vez más pesado, inunda mis pulmones como si fuera agua. No. Casi parece lodo. Y mientras mis sentimientos atraviesan la capa más gruesa de mi piel; saliéndose de mí. Esto es, a estas alturas, incontrolable.

"Soy una jodida broma del cosmos", me digo a mí misma.