struggle for existence.

lunes, 31 de octubre de 2011
¿Dónde se esconde el corazón de las nubes?
Podría cazar alguna con mis dedos para diseccionarla, aunque puede que no fuera necesario. Quizás esté a mi lado, aquí mismo... entre el vidrio y el metal. Entre el cielo y el abismo.
Así que, simplemente, cogeré alguna y escribiré sobre ella dos sílabas. Se desvanecerá en el aire y podré robarle nuevas palabras al viento...en un inútil intento por recordar tu voz. Te entregaré todas ellas, mis cuadernos repletos de ti, de sonetos enteros, de las crónicas de las lágrimas de mi pluma. Mis antologías de noches gélidas que sólo conocen el suelo duro y los temblores de mis manos y que se niegan a morir. Pueden ser tuyas, si las quieres. Podría regalarte lo que me pidieras, puedes tener lo que quieras de lo que yo pueda darte. Mis cuadros de locura, mis crisis de amanecer, mis tardes de otoño, mis ensayos inexactos. Te lo ofrezco todo si te decides a aceptar el trato: un corazón medianamente sano por uno deliberadamente herido de forma indefinida. Un alma sangrante a cambio de otra mutilada. Es un cambio injusto, un trueque sucio. Mereces mucho más que lo que yo tengo para entregarte. Pero me quedan un par de cosas para equilibrar la balanza. Aquí tienes una caja de colores para que pintes nubes con corazones amarillos, verdes y azules en las noches más oscuras. Más de treinta y siete canciones para amenizar la espera.
Un saco de piel, carne y huesos atados a una conciencia que vive por ti.

careless silence.

martes, 25 de octubre de 2011
¿Y a quién le importa si le duele?
Araña los cristales el agua, y ella se encierra a quemar sentimientos en el interior de su propia gelidez.
¿Y qué derecho tienen a juzgarla?
El autobús avanza a trompicones, levantando crestas de olas a su paso, que convierten las aceras, durante unos segundos, en verdaderos mundos oceánicos. La ciudad se transforma con la lluvia, la envuelve un misticismo extraño, solemne. Lo conoce bien; parece que el tiempo no cambia.
Sólo ella puede juzgarse, porque sólo ella conoce la verdad. Una verdad profunda, envenenada, que emponzoña todo lo que roza con los jirones humeantes que desprende. Todo se contagia, todo se mancha. Todo se quema. Pero, a duras penas, lo mantiene a raya dentro de los límites de su conciencia. Se destruye a sí misma, es cierto, pero no le importa con tal de no hacer daño a los amaneceres. Algo tan puro no merece ser destruido.
La ciudad de la furia... ¿cuánto ha pasado desde la última vez?

dreamless.

lunes, 24 de octubre de 2011
"Le dijo que si le veía caminando por la nieve, sería mejor que no intentara darle alcance. Nunca fue partidario del "mejor tarde que nunca". 
Los árboles se alzan sin orgullo, avergonzados tras haber sido desnudados por las gélidas manos del invierno. Casi parece que sus ramas se estremezcan con cada soplo de viento. Éste, a su vez, mece a las nubes que duermen apaciblemente en su lecho cromático de grises.
Salimos del parque, aún envuelve mi mano entre las suyas. Se contrae mi rostro. Me pregunto qué demonios estoy haciendo. Tirito. Se acerca más a mí y rodea con su brazo mi cintura. Se abren ante mí mil caminos hacia ninguna parte. ¿Cuál es el correcto si todos son los equivocados? Es una trampa del ser humano, su mente y su imperfecto subconsciente. No hay elección, aunque lo parezca. ¿Qué elección? ¿Qué jodida elección nos queda cuando todas las opciones son las mismas?
Ah, pero... si se piensa bien... ¡Siempre queda retroceder! Si se trata de un mero sueño tengo derecho a controlarlo. La imagen avanza en dirección opuesta. Tirito. Me preguntó que demonios estoy haciendo. Se contrae mi rostro. Entramos en el parque, aún envuelve mi mano entre las suyas. Y todo comienza a ir más rápido. Corre por la nieve, con su eterno manto de melancolía, con sus ojos chispeantes de soledad, azules. fríos como el invierno que los desnuda. Queda atrás el parque. Queda atrás la avenida. Una pelea de corrientes de aire que aspiran a elevar una bolsa a la estratosfera. Quedan atrás las estaciones. El otoño, el verano, la primavera, el invierno, el otoño, el verano, la primavera, el invierno y el otoño. Y se para todo y caigo. Estrepitosamente. Y sin mirar a mi alrededor ya sé donde estoy. Y noto que es aquí donde mi alma pertenece, y me doy cuenta de cuanto me duele no haber vuelto. Sé dónde debo dirigirme, ahora que ha quedado todo atrás y vuelve a quedar todo por delante."

listen twice.

domingo, 23 de octubre de 2011
Hoy, por fin, voy a darle rienda suelta a mis palabras. Porque la lluvia ha echado abajo mis muros de arena, y porque la música inunda mi cabeza. Pretendo un nuevo método de escritura automática, aprovechando que se ha ido la electricidad. Y ojalá no vuelva.
Es curiosa la luz que se cuela por la ventana acuchillando la penumbra. Nunca había visto nada igual y posiblemente, nunca vuelva a verlo.
He estado dándole vueltas, recordando los mil azules del cielo (que hoy se han vuelto naranjas) de aquel día perdido de mayo. Ese día, que marcó tanto un comienzo como un final, me ha hecho darme cuenta de cuanto diferimos de nosotros mismos. No somos lo que pensamos que somos. O no somos lo que pretendemos ser.

Quizás debas cazarme mientras estoy así. Entonces podrías cortar mis venas y ver si estás presente en mi sangre. (Gritad)
Si tenemos que compartir nuestras vidas, lo mejor sería que abrieras mi pecho con un cuchillo y seccionaras mi corazón para comprobar que es por ti por quien late. Y si no fuera así, que hicieras lo que tuvieras que hacer. Lo mejor sería escindir mi cerebro para resetearme: domesticarme, hacer la llama arder con más fuerza, dejar que el deseo se agudice... ese que gotea de mis arterias, humedeciendo mis manos.

Últimamente, me cuesta responder a tus preguntas. ¿Qué pienso? ¿Realmente pretendes saberlo?
No sé lo que pienso, pero sé lo que anhelo.
Permíteme vivir por ti, contigo, en ti. Hazme hueco para acurrucarme entre tus sueños y conocerlos detalladamente. Quiero quedarme dormida sobre tus palabras y despertar sobre tu piel. Hacer de tu aliento mi oxígeno y conocer los recovecos más profundos de tu mente. Aspirar tu llanto para consumirlo con el mío. Abrazar tu dolor hasta asfixiarlo para que muera entre mis brazos.
Permíteme morir por ti, contigo, en ti. Es egoísta, pero a estas alturas no puedes esperar otra cosa: quiero ser dueña de tu felicidad y proteger con mi existencia tu esperanza. Sueño con descifrar tu ventrículo izquierdo a través de tu mirada. Ahogarte conmigo. Perderme en tus labios. Liberar tus alas.


remember.

lunes, 17 de octubre de 2011
Cansancio.
No ser más que un niño
obligado a soñar
con la distancia.
Con todos esos momentos
que no alcanza,
ni tampoco roza.
Ni siquiera de puntillas.


Aburrimiento.
Los mismos nombres,
letras viejas, alteradas.
Líneas rectas.
Espacios sin tiempo.
y tiempos vacíos
de bocas llenas,
rebosantes
de nada.
Mundos deshabitados
por almas.


Impulso.
Necesito llegar al otro lado.
Saltar a lo más alejado
de mi conciencia.
A todo lo que ahora
alcanza a ser todo.
O quizás lo que no alcanzo.
Me basta una ventana.

old visual feedbacks.

miércoles, 12 de octubre de 2011
Creo que sabes quién soy, aunque nunca hayas llegado a buscarme. Y a pesar de saberlo, se deshace tu mirada en la distancia… lamentando lo que no encuentras, lo que has perdido. Pensando en las palabras que desaparecen como el viento, dejando un rastro de eco tenue, como los riachuelos que se deshacen en cascadas frescas y cantarinas, en mares profundos como cortes atroces… en desgarros de esas mismas profundidades.

Tú olvidas las palabras, pero yo aún siento las tuyas palpitando en mi sangre, en mis sienes. Siento el miedo con cada despedida, porque puede ser la última. Creo que no sería capaz de mirarte ahora; me callaría todas las cosas que jamás he dicho y que, quizás, algún día se deshagan en polvo. El lastre de mi culpa y de mi propia lejanía me empequeñecen, y entre tus reproches camino como un viajero perdido en un árido desierto. Siento una tormenta de arena que cubre mis ojos y mi cuerpo hasta hacerme invisible gradualmente.

Me duelen tus silencios, tu dolor… pero jamás podré ser parte de él. La puerta está cerrada y soy demasiado cobarde para llamar. Pero eso no significa que no quiera abrirme paso. Y me temo que es cierto: te sigo, pero de lejos y a pasos pequeños. Por mucho que ande, mis pisadas no son más que huellas en la arena que borrará con ira un océano infinito.
Éste, mi viaje, es como un árbol que cae por su propio peso y que nadie oye, que nadie escucha. Sólo yo misma sé de mi existencia y de mi propio sufrimiento. La rapidez fulgente de la caída y la invitación tibia de la muerte ante el sol que blanquea. Ese que parece observarnos desde lo alto, pero que no es más que un fiero fuego que se consume a sí mismo en un universo tan incierto que es similar a la propia nada.

Caigo sobre mí misma, hecha un ovillo; me abruma este estado de alienación. Sin embargo, te seguiría allá donde te llevaran tus pasos: ríos infranqueables o páramos inhóspitos. Mas debes saber que estoy sola, y siempre lo he estado. Mi camino no se puede amalgamar a ningún otro, no porque no quiera, sino porque su naturaleza es distinta. Porque siempre estarás lejos y yo no podré ser más que tu sombra: cuando la luz de la mañana ilumine la ciudad, me verás junto a ti, pero se me tragará la noche y pasaré a no ser más que un vago recuerdo volando hacia lo perpetuo, una onda que desaparece en aguas tranquilas.
Y si te fijas, me verás sonriéndole a la tristeza, dándole la espalda a la muerte… como un ente infinito pero incompleto.

Como un ser fragmentado, al fin y al cabo.

math's outside school.

lunes, 10 de octubre de 2011

Contigo y sin ti. Quizás ahí radique el problema.
Tengo la sensación de que a pesar de que sume luces de neón a los recuerdos, historias a un teatro y un “tal vez” a un “de vez en cuando”… Aunque divida la probabilidad por la esperanza, o multiplique la claridad en tu mirada.
Sólo seguirá existiendo el azar, apuestas en las que llevamos las de perder.
Sólo existirá la casualidad, los sucesos inesperados, los días contados y recontados a los que sumo, resto o divido las tardes de llovizna, tinta y té… las noches de fuego oscuro que destruyen palabras… los amaneceres apresurados con olor a pesadumbre.
Sólo existirán momentos fugaces, sólo tú y sólo yo.
Aviones de papel mojado que luchan por mantenerse en el aire aun estando en el suelo. Volar o morir en el intento, volar o morir en el intento. Volar. O morir en el intento.
¿Qué clase de mantra es ese? O mejor, ¿dónde está el límite entre lo ridículo y lo absurdo?

Dependemos, sin saberlo, de esta aritmética creada en un momento de lucidez. Y que a su vez, suma y resta sentido a lo que escribo.
Conmigo y sin mí. Quizás ahí radique el problema. O quizás, en que no existe la posibilidad de morir en el intento.

lapsus.

lunes, 3 de octubre de 2011
Una fina cortina de nieve caía sobre París aquella noche de enero. Le otorgaba un aspecto fantasmal, etéreo, frágil. El frío parecía estar dispuesto a congelar las débiles de llamas que, a duras penas, aún brillaban en las farolas. Jean Claude se preguntaba si seguirían ardiendo al despuntar el alba tras las delgadas chimeneas de la Rue des Gravilliers. Sus pasos resonaban al golpear la piedra de los adoquines; ascendía luego el sonido en forma de eco entre los muros de los edificios absorbidos por un cielo sin estrellas. Todo el barullo que había inundado aquellas aceras hacía menos de una hora, había desaparecido repentinamente, dejando atrás restos de serpentinas, gorritos pisoteados y demás deshechos festivos. Había llegado, tras mucha demora, 1927. Y el principio de este nuevo año estaba caracterizado por un silencio que la ciudad no había conocido jamás.
Al pasar frente cabaret de Madame Boissieu se detuvo para observar su imagen reflejada en el sucio cristal. A estas horas, una luz cálida acompañada de un clamor amortiguado de risas masculinas debería surgir del interior. Pero una oscuridad opaca empañaba la estancia y sólo veía una silueta mal perfilada. Se ajustó el sombrero, se colocó el abrigo y continuó caminando, maldiciendo la temperatura en voz baja.