truth can hurt.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Es momento de atenerse a algo, pero… ¿a qué?

Ni tan siquiera sé si vendrás de la mano aterciopelada de la lluvia o galopante sobre la grupa de algún sol tardío de este invierno. No sé si vendrás de improviso con otro de tus trenes de madrugada o si esperarás a que la luna llena vuelva a reflejarse sobre los charcos de sabe Dios qué acera.

Dime, ¿vendrás como un incendio en blanco y negro que surge ceniciento del hielo de mis llamas consumidas o como el beso más amargo del andén número tres?

No sé si vendrás desde silencio eterno de las acacias de tus valles, desde el deseo, desde el sufrimiento, desde un viaje o desde la mismísima muerte.

Quizás aparezcas al mismo tiempo que una cometa escapa arrastrada hacia el cielo azul de Singapur. Al mismo tiempo que un vaso de agua se derrama sobre el libro más bello. Al mismo tiempo que una duda mortecina destroza los principios más inamovibles.

Todo lo que puedo hacer es aguardar con los nervios a flor de piel, como cuando de niña me sentaba frente a la puerta de casa a esperar pacientemente al verano y a sus noches cortas.

¿Qué más da si muero esperando si sé que algún día vendrás?

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