afternoon of the green and the red.

jueves, 16 de febrero de 2012

No volveré a verte.
No voy a poder a contarte que durante catorce horas te quise. No voy a poder decirte que me devolviste al camino que entrelaza destinos y palabras de té. Que tu sonrisa me produce la misma sensación que las nubes bajas de una fresca mañana de mayo.

No volveré a verte.
No tendré tiempo de explicarte que todas las mías son historias inacabadas, círculos inconclusos cuyos extremos se pierden entre las luces pausadas de sabe dios qué galaxias. Que cuando el pánico me invade, recojo todo lo que hay de por medio y echo a correr. Que es algo que aprendí yo sola, como si quisiera que los problemas se escurrieran entre las rendijas y las grietas hasta desaparecer por sí mismos.

No volveré a verte.
Y aunque lo hiciera, jamás me atrevería a confesarte que deseé con todas mis fuerzas dormirte en mi abrazo, que velé tu sueño a intervalos y que morí de tristeza al observarte bajar de ese autobús y alejarte entre el fulgor de la avenida.

Dime…¿Y si no volviera a verte?
No tendría ocasión de aceptar que al tenerte cerca, vinieron a mi mente todas mis tardes de otoño y la melodía hipnotizante de las hojas que se mecen al viento. No podría escribir a tu lado la más maravillosa de las historias, ni tampoco narrarte ninguna de mis trágicas esperas.
¿Cómo dejaría de pensarte? ¿Cómo dormiría sabiendo que te he perdido sin haber llegado a tenerte? Debí preguntar y no lo hice. Permíteme culpar a esa cobardía irreflexiva que me asalta ante la belleza.

Si no vuelvo a verte no moriré. Pero voy a hacer lo imposible por volver a encontrarte.

0 Espejos rotos: