careless silence.

martes, 25 de octubre de 2011
¿Y a quién le importa si le duele?
Araña los cristales el agua, y ella se encierra a quemar sentimientos en el interior de su propia gelidez.
¿Y qué derecho tienen a juzgarla?
El autobús avanza a trompicones, levantando crestas de olas a su paso, que convierten las aceras, durante unos segundos, en verdaderos mundos oceánicos. La ciudad se transforma con la lluvia, la envuelve un misticismo extraño, solemne. Lo conoce bien; parece que el tiempo no cambia.
Sólo ella puede juzgarse, porque sólo ella conoce la verdad. Una verdad profunda, envenenada, que emponzoña todo lo que roza con los jirones humeantes que desprende. Todo se contagia, todo se mancha. Todo se quema. Pero, a duras penas, lo mantiene a raya dentro de los límites de su conciencia. Se destruye a sí misma, es cierto, pero no le importa con tal de no hacer daño a los amaneceres. Algo tan puro no merece ser destruido.
La ciudad de la furia... ¿cuánto ha pasado desde la última vez?

2 Espejos rotos:

Le Chat Noir dijo...

A mí me importa.

soil dijo...

No temer a los amaneceres, ellos seguirán brillando cada mañana con luz propia. Y regalarles los recuerdos más bien preciados; como papel al fuego, revivirlos. Lo único que pretenden es abrir camino a su paso… para no ser juzgada.

Seguro que a ellos les importa si le duele…