shrink.

domingo, 4 de septiembre de 2011
Cuando los trazos, las líneas y las curvas se entregan. Cuando la tinta se acaba, al igual que el control sobre tu mente. Cuando todo se reduce al olvido y la nada. Cuando el cerebro se apaga y deja tu cuerpo, esperando la señal para volver a reaccionar.

En esos momentos en los que nada ocupa tu existencia, en los que tus sentidos se niegan a llevar a cabo sus funciones respectivas. Todo lo que te queda es ese mundo irreal y romántico de oposición y contraste. Ese mundo que siempre has deseado, pero que nunca alcanzarás... ni siquiera dejándote llevar de esa manera.
Ves a gente con sonrisas sinceras, un medio ambiente que está libre de tortura y una tierra en la que es seguro vivir. Caminas y caminas, pero no te cansas. Ganas energía a cada paso; el aire es fresco y puro.

Pero la carretera se abre bajo tus pies, y te precipitas hacia el vacío. Sientes como vas cayendo gradualmente, presa del pánico. Te deja sin aliento, tu alma abandona tu cuerpo.

Y oyes un pitido lejano. Y abres los ojos.

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