autumn of rains.

sábado, 17 de septiembre de 2011

"Está ebria. A su lado hay un tipo. No es él a quien quiere, pero es el único en el que puede ahogarse. Y quiere ahogarse; necesita ahogarse. La noche no hace más que acentuar ese deseo como una presión tremenda. Transforma los brazos del tipo en complejas sombras que se alargan. Mitad tentáculos, mitad tornados. 
Ella le cuenta historias a granel, pedazos de sueños perfumados de utopía. Le expone el discurso que todos tenemos cuando no tenemos nada. Él le responde, el tipo. Su respuesta hace que una sonrisa aflore en sus labios, aunque no le está escuchando. Esta no es una noche para escuchar, sólo quiere hablar. Hablar. Hablar. Un silencio. 


Bocas que se cierran alrededor de cuellos, líquidos que descienden por gargantas. Todavía secas, después de todo. Son dos vagabundos que deambulan por el viento a su antojo, sin planes, sin compromisos. Y que por casualidad, se han cruzado en su deambular. Como dos satélites que comparten su órbita durante unos minutos y vuelven a separarse por un tiempo indefinido, probablemente (y espera que así sea) infinito.


Ahora el momento es decisivo, está frente a la bifurcación. Y contra todo pronóstico decide mandarlo todo al infierno… el tiempo asesino, las comodidades, las conveniencias. Se deja llevar, el tipo permanece en silencio. Tal vez haya bebido hasta el punto de no poder reaccionar ante nada. No rodeará con sus brazos su cintura, ni besará sus gritos roncos. Realmente es mejor así. Otro que hubiera sentido pena, o que simplemente no hubiera estado borracho, habría querido que se callase. Habrían terminado igual, eso es evidente, pero al menos están en una cama, y no en algún rincón sórdido. 


A su lado, el tipo parece estar dormido. No le mira a la cara; sabe que si observara durante un solo segundo sus facciones de niño terrible, continuaría posando sus palabras sobre su inconsciencia. 
Así que se levanta dolorosamente y se refugia en sus mentiras." 

Llego al borde del agua. Es necesario que me vacíe, que los licores amargos vuelvan al mar. Mis ojos se esfuerzan por contener sus lágrimas.
Ahora que he aligerado el peso de las confesiones que cargo en mis brazos. Pequeño gesto de manos, avergonzado, de aquel que desvela un secreto.

 Je déverse, alors. Je ne pars qu’au matin.

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