unstandable.

viernes, 12 de agosto de 2011
Los colores neutros del salón alivian mi migraña. A mi lado hay un libro de Kundera que pide a gritos ser leído y un lápiz sobre un papel, además de un marcapáginas que realmente no es más que un sobre amarillento que contiene un botón.
Siento en mi piel una ira metálica. Si no escribo en el vellón blanco de mis pesadillas, mis ojos se achinan y sufro una metamorfósis, enloquezco. Hay dentro de mí varias hojas de acebo, la flor del resentimiento. La venganza en su forma vegetal. Tengo en mi interior una sala de alquimia, donde experimento con toda clase de remedios y sortilegios.
Beber zumo de saúco para calmar la violencia. Pensar en otra lengua para aclarar las ideas. Hacerse un café más dulce, lo más suave posible para evitar el mal humor.

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