fourty sheets.

domingo, 21 de agosto de 2011
La luna resplandece en un cielo plagado de estrellas, y baña con su fría luz metalizada un edificio abandonado de tres plantas de ladrillo rojizo. Se alza orgulloso frente a un solar deshabitado. Casi parece un centinela nocturno cuyo deber fuera observar las cacerías furtivas de los gatos que lo habitan desde hace décadas. Todas las ventanas desaparecieron hace tiempo, otorgándole un aspecto de criatura desmembrada.
Me encuentro en la azotea, tan maltratada como el resto de la construcción. Camino por páginas llenas de palabras vacías. O páginas vacías, que es lo mismo. Mis ojos lo observan todo, pero no encuentran nada. Es como si viera en blanco, como si todo fuese nuevo y estuviese por descubrir. O tal vez sea como si no viera nada. A pesar de ello no me detengo.
¿Qué hago? ¿Por qué avanzo?
Tengo la sensación de haberme dejado olvidada la mente, tirada en cualquier rincón. Siento mi corazón como un reloj que sólo atenúa la espera… ¿pero la espera a qué?
Esta inestabilidad súbita me abruma, necesito encontrar mis huellas para volver sobre mis pasos. Pero está oscuro, y apenas veo.
Se oye, a lo lejos, el llanto estridente de una sirena