the memory is cruel.

jueves, 23 de junio de 2011
Se sienta en el suelo, que parece estar hecho del más gélido hielo, y saca un libro de aspecto pesado del bolso. Lo abre, abatida, y mira un mapa. Está agotada; no ha dormido en toda la noche y el día no ha hecho más que empezar. Otro de esos días grises y fríos en los que el destino parece reírse de ella. Preferiría no haberse levantado de la cama y seguir entre las sábanas, soñando. Los minutos pasan lentos, arrastrando cada segundo con esfuerzo. Poco a poco, comienzan a llegar personas. Vienen y van frente a ella. Algunas se sientan a su lado, tratan de hablarle. Pero lo que no saben es que está oculta tras una densa cortina invisible. La hace inmune a las lánguidas palabras que le dirigen. Está demasiado abstraída como para prestar atención a las vácuas conversaciones de pasillo o al mapa que debería estar estudiando.

Un sonido agudo la saca de su ensimismamiento y la cortina desaparece temporalmente. Se levanta con dificultad, tiene las piernas entumecidas. Le esperan siete horas de cátedra incesante en las que dejará a su mente divagar libremente por parques lejanos. Una palabra que recuerda la hace sonreír inconscientemente. Ya han pasado varias semanas, pero ella sigue estremeciéndose al recordar aquel instante. Trata de desentrañar lo que pasaba por su mente, de descubrir cómo ocurrió exactamente... de encontrarle sentido. Pero es inútil. La única opción viable es volver a cerrar los ojos y recrear nuevos susurros.

Suspira y se apoya en la mesa, su entorno parece haberse vuelto aún más gris y apagado. El día sigue su curso inalterable, al ritmo de una canción antigua, pincelado por una ligera monotonía azul. Cae la noche y al acostarse en su cama, imagina su olor, el tacto de su mano. Se aferra a la idea de que lo que realmente merece la pena no llega de repente, pero no la consuela en absoluto.

Se sienta en el suelo. El pasillo no ha cambiado desde el día anterior. La misma gelidez, las mismas voces, las mismas caras, el mismo sonido agudo. Decaída, se deja arrastrar por la monotonía triste que la rodea.

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