natural disaster.

jueves, 12 de mayo de 2011
Eres una avalancha, arrastrándome velozmente por las colinas de suave rocío matinal y sueños olvidados. Me llevas bajo tu manga de piel helada y huesos de nieve.
Pero me has enseñado que estando en lo alto de una montaña, la única dirección que puedes seguir es hacia abajo.

Eres un huracán, inundándome con mentiras y creando olas de palabras bonitas. Susurrándome todo lo que quiero oír, pero queriendo decir todo lo que yo no quiero escuchar. Eres como la ilusión del ojo de un ciclón; la calma del centro hasta que pasa.
Pero me has enseñado que el centro de nuestros corazones y pulmones es donde la presión es más baja y, por lo tanto, donde somos más fáciles de herir.

Eres un tornado, azotando con su inicio los lugares más inesperados, pero sabiendo exactamente dónde está su meta. Echando abajo mi armadura destrozada por las sacudidas, convirtiendo mi sangre en viento mezclada con los restos de la última chica en la que confiar. Eres lluvia helada atravesando los muros de nubes cerradas, apurando cada respiro como si fuera el último.
Pero me has enseñado que, a veces, el daño puede hacerse antes de que nos de tiempo a temerlo.

Eres un terremoto, haciendo temblar mi interior y esbozando grietas entre la realidad y mis ilusiones, confundiendo la frontera que las separa. Realizando ese corte que no puede arreglarse con una tirita. También eres aire cargado con humo, haciéndome imposible ver lo que son mis sueños y lo que podrían llegar a ser.
Pero me has enseñado que es cierto: la hierba es más verde desde el otro lado.

Eres una tormenta eléctrica, cargada positivamente con rayos y lluvia y nubes tan negras como el mismo lignito. Obturando las estrellas inexistentes y el existente amor, repitiendo el eco que yo misma creo advertir.
Además de eso, eres el ardor de una fuerza superior cercenando mi pecho en un área designada. Eres el sonido de los truenos retumbando sobre mis oídos en un intento por conciliar el sueño, mascullando la no mencionada, no escuchada, no deseada verdad que he estado evitando.
Pero me has enseñado que, a veces, lo mejor es mentir.

Eres un tsunami, cubriendo con olas mi cuerpo helado, explorando los océanos en busca del vacío final para destruir mi culpabilidad.
Pero me has enseñado que las cosas sólidas no son, ni mucho menos, las que más dolor causan.

Eres un desastre no natural con intenciones lacerantes.

2 Espejos rotos:

Teresa Burger Moya dijo...

A ver, te voy a escribir mi opinión!
El primer párrafo no me convence mucho, peor la cosa mejora en el segundo, que ya me gusta más. Aunque con diferencia el que más me ha gustado es el del terremoto, es muy bonito ^^
En general está muy bien, me gusta mucho :)
aunque me gustó más la carta para Keiko, que es preciosa :)

Teresa dijo...

joder, no quería escribir mi nombre completo xD