XV.

lunes, 16 de mayo de 2011
"Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca."
Caía la tarde y cambiaban las sombras. Y era cierto, callaba y mientras yo leía. Me temblaba la voz. Pero, ¿la tocaba mi voz?
Nuestros ojos se encontraron y durante unos segundos pareció que el mundo se parase. Me di cuenta de que se había resignado a quererme. Al menos un poco.
El viento silbaba entre los árboles, alternando su dirección una y otra vez. De norte a sur, como inseguro. Frío, mordía mis antebrazos desnudos, erizando mi piel. Pero estaba demasiado absorta como para percatarme. Y si lo hice, no le di importancia. Ella miraba las nubes blancas y pastosas que se deshacían rápidamente.
Cualquier decisión difícil es fácil de tomar, sin embargo las consecuencias están ahí, aguardando. Todo desenlace tiene su probabilidad.
Lo cierto es que me arriesgué y mis labios tocaron los suyos. Primero una vez, y luego otra.
¿Cuándo dejó de importar el número?

1 Espejos rotos:

Anónimo dijo...

me encanta como escribes, es pablo neroda no?