butter paradoxes.

viernes, 2 de julio de 2010
Echo de menos esos paisajes que poco a poco aprendí a odiar. Los echo en falta y eso me exaspera. Soy un saco de paradojas.
Arena en los zapatos; la puesta de sol detrás de la enorme ventana del autobús.
La vista desde la última fila del último edificio en la azotea más alta de la ciudad.
Los días de kohl y las uñas ensangrentadas. Canciones manchadas en la biblioteca.
Las calles se sepia, empapadas, cuando llego a mi destino.
Los golpes de blues, la bruma que empaña las aceras. Las callejuelas enmarrañadas que recorren como venas el cuerpo de este lugar.
Blackbird.
Parece que ahora eres libre y que yo también lo soy. Tu vuelo tiene un sabor amargo.
Revolución y revolucionarios o revolucionarios y revolución?
No quiero ver como te alejas. Te tenderé la mano, llegaré más allá de los límites de lo humanamente posible. Tengo ganas de llorar en tu camiseta, aunque suene patético. Quiero continuar con mi llanto en el autobús de vuelta a casa y quiero que me mires una última vez, incluso si no es posible.
Yo, que siempre he preferido la compañia de las nubes a la de los seres humanos, jamás había querido quedarme con nadie salvo contigo.

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