vancouver.

martes, 23 de febrero de 2010
{26.07.08}
Se difusiona la frontera entre realidad y ficción mientras camino por la cuarta avenida. No quiero volver atrás. No. No. No.
Sigo el camino hacia Kitsilano Beach; lo recorro todos los días desde hace casi un mes, así que no necesito pensar en mi siguiente movimiento. Me acerco a la esquina de Vine St. y me paró un momento. Frente a mí, la parada. La fátidica parada. Lo más lógico sería coger el 22 para ahorrarme una larga caminata, sin embargo vuelvo a caminar, alejándome de ese remolino de recuerdos que intenta succionarme como un agujero negro. Mi expresión no cambia, ni mi postura, tan solo el ritmo de mis pasos se acelera. Quiero largarme ya. Por supuesto, el semáforo está en rojo. Perfecto. Parece ser que hasta el destino intenta jugar conmigo. Por fin para el tráfico. Estoy apunto de echar a correr, pero me contengo. Ya no tiene sentido contenerse; lo hago de todas formas.
¿Por qué? ¿Por qué vuelvo a pesar de todo? ¿Qué espero encontrar allí?

[...]

0 Espejos rotos: